Seguimos pasando violaciones a los derechos humanos. No todos los musulmanes son terroristas, pero los radicales son musulmanes, hay que aprender que la generalización no es correcta, pero no por eso hay que permitir que sigan destruyendo vidas. El tiroteo en una mezquita no es más que la respuesta violenta a actos violentos. Hasta donde llegara esto? Hasta que acabemos con nosotros mismos. Hay que aprender a decir no, que el buenísimo absurdo solo empeora la situación. El respeto a su cultura solo se consigue con el respeto a nosotros mismos y si ellos no nos respetan que hacemos, fomentar el no civismo? Y con ellos no me refiero a los musulmanes, sino a toda forma radical que destruya vidas humanas y viole los derechos humanos. Y a todos que vais de permisivos y buenazos porque no miráis a vuestro alrededor, intentando no politizarlo todo.
Palabras
martes, 20 de diciembre de 2016
domingo, 2 de octubre de 2016
EL
PODER TAUMATÚRGICO DE LOS REYES
Arturo Cosano
Ramos
Trabajo tutorizado por:
Dña.: Pilar
Ybañez Worboys
Universidad de Málaga.
ÍNDICE
Introducción----------------------------------------------------------------------------------pág.3
¿Qué es el poder
Taumatúrgico?------------------------------------------------------pág.5
Evolución política del poder
Taumatúrgico------------------------------------------pág.6
Conclusión-----------------------------------------------------------------------------------pág.9
Bibliografía----------------------------------------------------------------------------------pág.10
I. INTRODUCCIÓN
El
poder es la cuestión quizás más importante de las ciencias sociales. La explicación
de qué es el poder es compleja y muestra muchos matices. Existen diversas
definiciones dependiendo del contexto en el que se desarrolle. Hoy en día,
tenemos una serie de leyes que tienen bien delimitado, o casi bien delimitado,
cómo funciona, cómo se ejerce y quién lo ejerce, pero antiguamente, hace apenas
cinco siglos esa cuestión seguía vacía.
Desde los albores de la humanidad, el poder ha sido
necesario para el desarrollo político, sin embargo la clara cuestión de quién y
como lo ejerce ha sido una duda que se ha mantenido en las mentes de los
hombres hasta que se resolvió o se intentó resolver. Astutamente, desde Mesopotamia,
los reyes se han legitimado en la religión como fuente indiscutible de poder.
Más tarde, sociedades como la griega, desarrollaron teorías políticas como
Aristóteles, y en Roma en un primer momento también se continuó dicho
desarrollo, que se corrompió con la llegada de los emperadores que otra vez
volvieron a legitimarse en lo divino. El mundo musulmán es también un claro
exponente de cómo la religión envuelve la vida del fiel, y de cómo el califa
tiene potestad sobre los súbditos. Durante la edad media, el poder siguió
legitimándose en fuentes divinas, aunque ya comenzaron a haber pensadores que
buscaban teorías políticas que se legitimaran en otras cuestiones. En la edad
moderna hubo diferentes aspectos, desde monarquías parlamentarias hasta estados
absolutos, y ya en la era contemporánea se implantó el sistema que conocemos
hoy en día. Es complejo explicar como la religión ha sido un elemento casi
indiscutible durante toda la historia, incluso en el presente, que contemplamos
la religión como un aspecto en segundo plano, ni nos imaginamos el poder que
tienen las religiones para la gran mayoría de la sociedad.
Dicho esto, podemos entonces plantearnos dos cuestiones
fundamentales: ¿qué es el poder? ¿qué es ser taumatúrgico?
El poder es, según la RAE: “Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo”[1]. Esta
definición podríamos clasificarla como estándar, es decir, se queda en la
superficie, pero hay otras definiciones que son más complejas: “poder es la voluntad de acción con
conciencia de superioridad, que se orienta hacia el dominio y el gobierno de
las comunidades políticas”. Aquí ya tenemos un acercamiento más a la
explicación social del poder, por lo que podemos afirmar que “el poder es un
fenómeno social que no puede concebirse en forma aislada sino siempre en grupo”[2].
José Carpizo desarrolla esta idea en su “Poder:
naturaleza, tipología y los medios de comunicación masiva”, la cual rompe
con la idea de poder que había que se basaba en la agrupación de dicho poder en
una sola persona que gobernaba bajo influencia divina.
En cuanto al taumaturgo nos volvemos a remitir a la RAE:
“del griego,
θαυματουργός thaumatourgós, de θαῦμα, -ατος thaûma, -atos
“maravilla”, “cosa asombrosa” y -εργος -ergos “que hace”. Mago, persona que practica la magia”. Más que “mago”, nosotros contemplamos
un adjetivo atribuidos a los reyes que basaban su poder en la idea de que eran
divinos, y por tanto, como portadores de esencia divina debían poseer
características mágicas o sobrenaturales, como por ejemplo la curación de
enfermos. Como dijo Montesquieu: “el rey es un gran mago”. Por ello que poder,
magia y medicina estén tan entrelazados entre sí.
Pasemos entonces a explicar en que consistía
este poder y cómo es que fue tan relevante para la evolución política en la
Edad Moderna.
II. ¿QUÉ ES EL PODER TAUMATÚRGICO?
Quizás
el autor que más nos puede reflejar sobre que es el poder taumatúrgico es Marc
Bloch, el cual defiende la idea de que este poder se remonta a antes de la Edad
Media. La capacidad de curación de una enfermedad muchas veces no comprensible,
era intrínseca a un rey. ¿Por qué?, pues debido a que el rey tomaba ese “poder
divino” tenía características sobrenaturales propias de esa naturaleza, de ahí
que con tocar o mirar al enfermo este podía sanar por intervención divina. Sucedía
el caso, claro está, en el que el paciente no se curaba, la excusa era que Dios
no quería salvarle, o que necesitaba dos toques o dos miradas. “La capacidad taumatúrgica de los
monarcas fue quizás la vía principal por la que los reyes se aproximaron en todos
los tiempos a sus súbditos más desfavorecidos”[3]. No
obstante advierte Bloch: “había innumerables enfermos que
ansiaban ardientemente curarse, y estaban dispuestos a recurrir a los remedios
que les indicara el saber común: tal es el telón de fondo del milagro real, que
debe tener ante' sus ojos el historiador”[4].
Este poder pasó a los símbolos que
el monarca utilizaba, de ahí que surgiesen reliquias que tenían el poder
sobrenatural de su dueño. No nos encontramos con algo novedoso. El cristianismo
ya tiene reliquias con poderes especiales las cuales vienen de una tradición
germánica. Incluso en el Antiguo Egipto existía ya esta creencia con elementos
como el “ankh”.
Lo importante es que la influencia sobre la persona que
era tocada por el monarca se creía que estaba siendo sanada, lo cual molestó a
la Iglesia que, y hablamos de la época feudal, tenía el control “sobrenatural”
del mundo. Ese eslabón intermediario había dejado de ser la iglesia para pasar
a ser el rey, le cual le estaba dando un poder antes de la Iglesia. Es por ello
que “se reconoce
que ejerce un mandato del cielo confirmado por medio de un acto de la autoridad
spiritual y de los ritos apropiados”[5].
Por tanto el cristianismo no hizo sino potenciar aun más el poder taumatúrgico
de los reyes.
El caso de los símbolos es más
complicado ya que “el milagro inaugural estaba acompañado de diversos actos de
consagración que consolidaban el poder taumatúrgico de la imagen”[6],
es decir, se debía crear una leyenda de dicho símbolo para que este adoptase
ese carácter. Hay que decir que en una sociedad iletrada el uso de los símbolos
era vital para que se comprendiese, así funcionaba correctamente. La vida
estaba rodeada de símbolos, sin ir más lejos la propia iglesia o la corona, que
representaba la delegación de poder de Cristo en el monarca. Esta relación era
la que marcaba la casi obligación de que el monarca tuviera poderes
taumatúrgicos, ya que su poder venía de Dios.
Bloch
nos habla, y es muy importante, de que este poder iba acompañado de una serie
de ritos con procedencia de los ritos medievales como explica Le Goff en su
prefacio: “un rito feudal, el del lanzamiento del haz de paja y a veces rompimiento del haz (exfestucatio), signo y realización de una ruptura del
homenaje”[7]. Los ritos se extrapolaron
a la idea taumatúrgica, hallándose por primera vez en el “rito francés”,
explicado en el primer documento donde aparece el tacto francés. También en la
Edad Media surgió el “rito inglés” en la corte del rey Enrique II.
III. EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL PODER
TAUMATÚRGICO
Este factor fue condicionante para el poder monárquico y por ende la
autoridad del rey en los territorios. La confianza que los súbditos volcaron en
su rey fue en parte gracias a la idea de que la divinidad había escogido a esa
persona para gobernarles. “El milagro real se presenta ante todo como la
expresión de una cierta concepción del poder político supremo”[8],
por ello no podemos pasar por la teoría política sin prestar atención a dicha
característica. Aunque como ya hemos dicho podemos rastrearlo hasta casi los
principios del hombre, vamos a centrarnos en la época que nos interesa, la Edad
Moderna, más concretamente el Estado Absoluto, en el que el rey logra un
robustecimiento del poder real aunque con algunas limitaciones. Dicho poder se
basaba en el afianzamiento del derecho real, convirtiéndose el rey en la base
del derecho, solo teniendo a Dios por encima. Por supuesto la violencia estará
totalmente institucionaliza logrando así el rey liberarse de los nobles. La
economía evolucionará a una economía-mundo en la que los mercados se abrirá, lo
que acompañará a la fiscalidad real aprovechará todas las posibilidades,
ampliándose. En esta coyuntura será obligatorio por tanto el desarrollo de la
diplomacia para organizar las relaciones entre estados.
En el siglo XVI el poder taumatúrgico ya estaba bien asentado en la
mayoría de las regiones, peor para explicarlo mejor vamos a ver los reinos por
separado. Sin embargo, los reyes taumaturgos se fueron disolviendo con la
llegada de movimientos revolucionarios en la última década del siglo XVIII. Obviamente
los pensadores del Renacimiento no dieron crédito a este “milagro”, pero en el
común de la población esto si tenía cabida. Además los propios reyes se creían
dicha acción ya que sin explicación alguna, los pacientes curaban. Es
comprensible por tanto que ante el desconocimiento tuviese cabida una
interpretación mística.
Aunque
hemos dicho que el poder taumatúrgico se fue disolviendo sobre todo tras la
revolución francesa, si es cierto que no será olvidado. Napoleón Bonaparte
elaborará una iconografía que exaltaba ese carácter divino, además de por
ejemplo haberse hecho coronar el mismo, señalado que por encima no había nadie
más.
La condición milagrosa la vemos muy presente en Francia e Inglaterra,
pero no son los únicos lugares. La casa de Habsburgo y España también fueron
exponentes de dicho poder.
1.
Francia e Inglaterra
Desde Felipe I Capeto y Enrique II Plantagenet se tienen noticia de “poder
real” para curar las escrófulas haciendo la señal de la cruz. Además, los
ingleses desde Eduardo II comenzaron a bendecir anillos medicinales, lo que
dividió a la comunidad eclesiástica. Otros reyes como Luis IX destacó también
por su participación en las cruzadas y por levantar numerosas iglesias, lo que
fue fuente de milagros. Caso interesante es la de Isabel de Hungría, la cual
invirtió en la fundación de hospitales y repartió limosna, siendo canonizada en
1325 por Gregorio IX. Otro caso interesante es el de Enrique IV de Francia el
cual se convirtió al catolicismo como reconciliación con su reino. En su
persona tenemos el rito de legitimación de la soberanía de un rey por el pueblo
el cual con anterioridad no deseaba. En el otro lado tenemos el rito inglés con
Carlos II.
Dichos ritos supusieron
grandes gastos para las casas monárquicas de Inglaterra y Francia. En los
registros y documentos de las cuentas vemos menciones del “tacto de los reyes”
referidos a dichas acciones mágicas que efectuaban sobre los súbditos. Aunque
no es fácil seguir el rastro de dichos archivos, si tenemos constancia de que
existían, por lo que sabían del poder que esto les conferían y pretendían
mantenerlo aunque les costase grandes sumas de dinero.
2. España
El caso de la monarquía española se notaba la rivalidad entre los reinos
cristianos aunque un en un principio con los Habsburgo la acuñación de “rey
taumaturgo” no tenían las mismas facultades que los franceses, con los Borbones
pierden ese “poder” que tenían por herencia. La necesidad de un rey santo les
llevó a esfuerzos durante el siglo XVII siendo Fernando III, que recibía culto
por tradición, el más indicado. Por supuesto los Habsburgo usaron su
ascendencia visigoda para otorgarse superioridad a los franceses y por ende, su
poder divino. La capacidad de sanar fue usada además para ascender a los reyes
a la categoría de santos. Sobretodo, “los monarcas de la casa de los Austria
gustaron de retratarse en diversas ocasiones con la iconografía de personajes
de santoral cristiano”[9].
Bloch nos relata como imitaban los ritos franceses e ingleses, ganándose a
personas de la iglesia que afirmasen dicho poder taumatúrgico. No obstante si
que tenemos conocimiento de milagros curativos atribuidos a reinas sobre todo
en el lecho de muerte. Aun así, lo normal era clasificar a los reyes hispanos
como sanadores que remediaban los males del reino con el ejercicio del
gobierno. Será en Navarra donde tengamos los casos más particulares. “El poder
taumatúrgico de los soberanos navarros no está vinculado al hecho de la unción
y coronación. Carlos II no fue coronado hasta febrero de 1390 y en 1387 consta
que tocó enfermos en seis ocasiones”[10].
No podemos olvidar la traditio
castellana sobre la taumaturgia de sus propios reyes que tuvo eco en la corona
de Aragón aunque algo tardío. Además, tema importante fue la relevancia de el
poder del confesor de los reyes, “el cual tuvo en sus manos aspectos de suma
importancia como proyectos político-mitificadores como el viaje de Colón”[11].
III. CONCLUSIONES
Antes de la realización del trabajo ni siquiera sabía de la existencia
de la palabra “taumaturgo”. Ahora entiendo la enorme relevancia que ha tenido
para el desarrollo de la historia, ya que ha sido elemento fundamental para le
ejercicio de gobierno en todas partes del mundo. Es decir, sin el apoyo religioso,
ni los primeros reyes, sultanes o líderes políticos podrían haberse posado
sobre masas de súbditos y lograrse su apoyo y fe incondicional. Con forme el
tiempo paso más difícil resultó sustentar esta base, y en parte fue por la
divulgación de conocimiento, por tanto podríamos decir que cuanto más ignorante
era el pueblo más fácil era manejarlo. Y que mejor forma de gobernar que
sustentándose en le religión. No es el poder de los reyes lo que gobierna al
pueblo, si no el poder de Dios que se ejerce a través del rey. No siempre ha
sido así claro, pero en la mayoría de gobiernos durante la historia si que lo
ha sido. Incluso algunas revoluciones que se han sublevado contra el poder
monárquico o eclesiástico estaban a su vez basadas en otras ideas religiosas.
IV. BIBLIOGRAFÍA
-
Arancón, Raquel, (1990) Los Evreux Reyes
de Navarra.
-
Buchheim, Hans, (1985) Política y Poder
Alfa, Barcelona.
-
Bloch, Marc, (ed. 1983) Los reyes
taumaturgos. Gallimard, Francia
-
Ezquerra, Alvar. (2004), Política y
cultura en la época moderna. Universidad de Alcalá.
-
Hani. Jean, (1998). La
realeza sagrada. Del faraón al cristianísimo rey. José J. De Olañeta, Palma
-
Le Goff, Jean, (1983) Prefacio a Los
reyes taumaturgos de Marc Bloch. París.
-
Mínguez, Víctor, (2001) Los Reyes Solares.
Universidad Jaume I, Castellón
-
Martínez, José Manuel, (2006) Arte
americano: contextos y formas de ver. RIL editores: Santiago.
EVOLUCIÓN
POLÍTICA DE INGLATERRA EN EL SIGLO XVII
Arturo Cosano Ramos
Trabajo tutorizado por Dña.:
Pilar Pezzi Cristóbal
Universidad de Málaga
I. INTRODUCCIÓN Y CONTEXTO
Hablar de una evolución política no es sencillo, y menos tratándose de
un siglo como es el XVII en Inglaterra, un periodo convulso, marcado por la
llegada de los Estuardo con Jacobo VI, hijo de María Estuardo. El factor
dinástico era elemento clave en las monarquías, pero aun más cuando no había
heredero al trono. El resultado fue las “monarquías compuestas” características
de la Edad Moderna, mediante las cuales, varios reinos reconocían como rey a
uno que pertenecía a uno de esos reinos, como sucedió con Jacobo VI rey de
Escocia y que pronto sería de Inglaterra y de Irlanda.
La relevancia de Inglaterra está clara, ya que fueron los sucesivos
acontecimientos que se desarrollaron durante el siglo XVII, fundamentales para
la historia, que desembocaron en la República Británica.
Para comprender este periodo es necesario analizar las características
que marcaron esta etapa en Inglaterra. Las ciudades estaban creciendo de manera
descontrolada, llegando a tener “30.000 habitantes en Norwich, 20.000 en
Bristol y medio millón en Londres.”[1]
En total, tenemos cuatro millones de habitantes en Inglaterra y Wales al inicio
del siglo XVII. No obstante no todo eran centros urbanos, también estaba
poblado de pueblos y zonas rurales semi–habitadas. Esta separación también marca
la división del trabajo, estando focalizado en las grandes ciudades las
industrias, cuyos trabajadores procedían del campo, cansados de la vida rural,
y el campo, poblado por pequeñas familias que llevaban manufacturas de algodón,
ganadería y agricultura, además de la minería, sobre todo del carbón, para el
mantenimiento de la industria urbana. 2Una de las razones para el rápido
crecimiento de la industria del carbón era una escasez cada vez mayor de la
madera.”[2]
En cuanto a la sociedad, autores como Maurice Ashley hablan de “grados”
de prestigio dentro de la sociedad. Ya empieza a hablarse de “clase media”, les
mercaderes adinerados, servidores de los caballeros y profesionales como los
doctores, fuera de los gentelman, los
barones, caballeros y la gentry en
general.
Una vez visto como se esta articulando la sociedad en los inicios del la
decimoséptima centuria, veamos como se desarrollaran los diversos cambios
políticos.
II. SUCESOS POLÍTICOS
En el aspecto de
movimientos políticos “no hubo una transición brusca del poder Isabelino al d
los Estuardos.”[3]
Los Tudor en definitiva no eran constitucionales ni absolutos, pero si que con
el paso del tiempo se necesitó una teoría cuando el Parlamento y el Rey querían
acrecentar sus poderes y superarse.
1.
Jacobo VI (1603- 1625)
El país poco desarrollado que era Escocia se dividía en dos grandes
zonas, las highlands y las áreas bajas. El comercio, sobre todo con el Báltico
y los Países bajos, asi como sus relaciones internacionales que se focalizaban
en Europa, sobre todo con Francia. Sin
embargo, la consolidación monárquica era escasa y tuvo una secuencia de
fracasos dinásticos. Desde su mayoría de Edad, Jacobo había afirmado el papel
de la corona, gracias a que era un político hábil estableciendo relaciones con
los chieftains y con el Parlamento.
No tan buenas fueron sus relaciones con la Kirk,
la iglesia reformada escocesa, debido a su calvinismo. Su militante defensa de
la autonomía de la corona le hizo fomentar la autoridad episcopal, pero siempre
logró el equilibrio en su trato personal. El título de “rey de la Gran Bretaña”
significaba reinar por tanto sobre tres reinos muy distintos entre sí, sobre
todo en asunto religioso y jurídico. La aspiración de la unificación
territorial era una característica de las monarquías de los siglos XVI-XVII,
siendo el intento de alcanzarlo uno de los factores fundamentales. Aprovechó la Pax Hispana para mantener una
pacificación internacional que supuso un alivio para las arcas reales, que no
resolvió la situación financiera. Aun así, el Parlamento no fue convocado hasta
1621, indicio de que su aportación fiscal en tiempos de paz era imprescindible,
ingresos necesario ante unas necesidades que no eran cubiertas. Dicho parlamento
fue muy agitado, votando dos subsidios que llevaron a momentos de tensión. Los Comunes aplicaron el impeachment y redactaron una protesta en
defensa de la libertad de expresión en sus reuniones.
Los puritanos ingleses, por otra parte, en pro de Jacobo fueron
aumentando, lo que provocó el recelo católico, los cuales desataron el fallido
Complot de la Pólvora en 1605, en el que intentaron volar el Parlamento inglés.
Se añadió el interés en la aproximación por-española que él rey estaba
mostrando, lo que les hizo pensar que se pasaba al papismo, haciendo crear
factores de oposición. Poco después se produjo el “enlace español” mediante el
cual, Carlos se casaría con María hija de Felipe IV, en un acto secreto. Fue un
fracaso haciendo que Carlos se uniese al bando anti-Hasburgo y Jacobo apuntase
hacia Francia. Jacobo no quería si no la recuperación del Palatinado para su
yerno , cosa que no veía el parlamento, forzando la alianza protestante.
Fue en 1625, en pleno intervalo parlamentario, cuando Jacobo fallece,
dejando una monarquía en paz a pesar de los desagravios financieros y
religiosos, asi como con una cohesión política, pero con un continente que se
sumergía en la guerra.
2.
Carlos I (1625-1549)
El reinado de Carlos I si que estuvo marcado con grandes diferencias
frente a su predecesor, “teniendo una mala dirección con continuas derrotas”.[4]
Poco después de acceder al trono se casó con Enriqueta María, la hija de Luis
XIII y convocó los Parlamentos, los cuales se plantearon cuestiones polémicas, ahora
en un contexto bélico. La guerra con España era inminente y los Parlamentos en
1625 se vieron forzados a votar dos subsidios, otorgándolos por un año. Esto
respondía a un interés parlamentario de estudiar una ampliación de las tarifas,
no pudiendo avanzar en ello ya que Carlos los disolvió, acción que acompañó con
el ataque a Cádiz, el cual fracasó. El segundo Parlamento se formó para aplicar
el impeachment al duque de Buckingham, responsable del ataque a Cádiz. Además,
votó unos subsidios insuficientes para la corona, por lo que se recurrió a
fórmulas extraparlamentarias, un préstamo que llevó a los que se negaban a
pagar a la cárcel, excepto a cinco caballeros que cuestionaron ante los
tribunales el derecho regio de esta acción. De todas formas, el préstamo
fue suficiente como para empezar otra
guerra contra Francia. EL nuevo fracasó ya supuso un problema grave militar,
económico y político. Y religioso, ya que muchos clérigos anti-calvinistas
comenzaban a ocupar importantes puestos en la iglesia anglicana, cayendo Carlos
en las líneas anglicanas, rompiendo así la arbitrariedad que había llevado su
padre.
a)
El Parlamento de 1628
Para comenzar otra expedición a La Rochelle, se convocó un nuevo
Parlamento en 1628 en el cual se consiguieron varios subsidios que tuvieron
como contrapartida la Petición de Derechos que presentaron los Comunes, la cual
declaraba ilegales los impuestos que no contaran con la aprobación del
Parlamento. Habían aprendido la lección tras el fiasco que “la guerra contra
España y los católicos se habían conducido torpemente y que había conducido
torpemente, y que el dinero que habían votado se había malgastado sin
resultados ventajosos.”[5]
Sin embargo, la expedición resultó otro fracaso, siendo asesinado Buckingham
por un soldado. El rey reaccionó con dignidad volviendo a poner en marcha los
planes militares que desafortunadamente para él volvieron a fracasar. El
Parlamento, ya en 1629 reanudó las sesiones escuchando la petición de dinero
por Carlos. Fue Oliver Cromwell el que exigió la necesidad de discutir las
cuestiones religiosas, ya que el arminianismo se estaba extendiendo. Carlos
suspendió las sesiones, volviéndolas a llamar a la semana siguiente para
suspenderlas de nuevo, pero la cámara aprobó las resoluciones contra el arminianismo
y las recaudaciones. Carlos, muy molesto, decidió entonces encarcelar a varios
parlamentarios y disolvió el Parlamento.
Inglaterra se encontraba entonces dividida por crisis política y
religiosa, humillada por tantas derrotas. Se habla de una verdadera crisis de
los Parlamentos. La actitud del rey en tal solo cuatro años solo había creado
situaciones de desestabilidad y tiranía, propicias para revueltas populares.
La Petición influyó “a nivel local, un paso hacia la
Revolución Inglesa de 1640.”[6] Aunque el Parlamento no
tenía partidos políticos, la petición destaca porque supuso la colaboración
entre parlamentarios y entre las dos cámaras por primera vez. Además, Carlos
perdió la iniciativa política, con los Lores dispuestos a colaborar por primera
vez con la cámara baja, la protección de la corona en el parlamento se
tambaleaba como nunca antes y la crisis constitucional entre los Estuardo y sus
parlamentarios se acrecentó.
b)
El Parlamento Corto y Parlamento Largo.
En
1640 finalizaba el gobierno personal de Carlos I, once años de tiranía marcados
por la paz con Francia y España asi como el mantenimiento de políticas para
obtener financiación, hubo una necesidad vital de formar un parlamento debido a
la necesidad de obtener dinero de forma rápida para paliar los conflictos que
se estaban comenzando a gestar entre los tres reinos. Asi fue como en el 13 de
abril los comunes y una minoría de Lores se dispusieron a plantear otros
asuntos debido a tantos años sin Parlamento antes que buscar subsidios.
Disuelto por Carlos el 5 de mayo es por ello conocido como Parlamento Corto.
La
relevancia de este capítulo es debida a la falsa situación de estabilidad y paz
durante el gobierno personal de Carlos I, ya que a la mínima ocasión surgían
desavenencias en el interior de Parlamento. SI miramos con una visión más
profunda vemos que el antagonismo entre parlamento y gobierno viene marcado por
el paternalismo, mediante el cual el rey reglaba las vidas de los súbditos. La
oposición se encontraba en hombres con intereses económicos más individuales.
Fueron
los escoceses, los que provocando tensiones debidas a la nueva religión, se
produjo la segunda Guerra de los Obispos y hubo una derrota inglesa. Carlos
estableció un acuerdo hasta que el Parlamento obtuviese medidas que
satisficieran a ambos bandos. Esta nueva convocatoria no iba a ser disuelta tan
fácilmente ya que la presión militar había disminuido, y por ello continuó
hasta 1653, de ahí que se le conozca como el Parlamento Largo.
c) Grand Remonstrance y La Guerra Civil (1642-1649)
John
Pym encabezó las actividades de los Comunes
secundada por la cámara de los Lores que el rey no tuvo otro remedio que
aceptar, sin embargo, las actitudes pasadas de Carlos hacían desconfiar al Parlamentos.
Fue el levantamiento católico de Irlanda el que rompió con las medidas que se
estaban llevando a cabo y que parecían dar frutos, aun así, no había confianza
suficiente en el rey como para dejarlo marchar con un ejercito a tierras
irlandesas. Este problema planteó una posibilidad de comandancia militar
parlamentaria. Pym se presentó en la llamada Grand Remonstrance, “en la cual se
nombraba una lista de cosas que debían ser atendidas”[7],
que fue aprobada haciendo ver a los Comunes como una amenaza para el equilibrio
constitucional.
Carlos
decidió irrumpir con soldados en el Parlamento ante lo que veía un acto de
traición. Su fracaso confirmó los temores de la cámara, la cual precipitó los
hechos. Se creó un comité militar que nombró jefes militares descartados por el
rey, ya que perdería su poder. Carlos se vio obligado a abandonar Londres y
dejó al Parlamento con libertad de actuación, el cual promulgó la ordenanza de
la Milicia, atribuyéndose así cualidades militares. Se declararon “traidores” a
los seguidores de Carlos y “rebeldes” a los seguidores del parlamento, por lo
que los dos bandos se enzarzaron en una larga guerra dividida en dos partes que
terminó con la entrega del rey por parte de los escoceses al Parlamento. Así
fue cono en 1649 los Comunes establecieron un Alto tribunal para juzgar a
Carlos I con la desaprobación de los Lores. El 30 de enero fue ejecutado Carlos
acusado de traición.
La
guerra civil no solo logró acabar con la monarquía de Carlos I, si no que
también “el Estado llegó a un nivel de integración fiscal muy grande”.[8]
De
todas formas, aun se debate si realmente fue una revolución o un proceso
social. Autores como Casey (1991) optan por la guerra civil que fue acompañada
por movimientos populares, que de algún modo se enlazan con una tradición
campesina de revueltas en el siglo anterior, contrarios por supuesto al sistema
económico impuesto.
3. La República Británica (1649-1660)
“El
mismo día de la ejecución del rey, la cámara de los comunes adoptó un bill, que
prohibía, bajo pena de alta traición, proclamar rey al príncipe de Gales o a
otro cualquiera sin el beneplácito del Parlamento.”[9]
El Rump abolió la monarquía y
eliminó la Cámara de los Lores, declarando a Inglaterra como Commonwealth. El país aceptó el cambio
(tampoco tenía muchas opciones más), sin embargo, muchos jueces dejaron su
puesto y el gobierno local se hizo incontrolable. El camino quedó libre para
Cromwell, que se convirtió en Capitán General del Ejército. Vemos además una
clara división de partidos entre sur y este que apoyaban al parlamento y el
norte y el oeste que apoyaban al rey.
John Lilburne, atacó al Gobierno
exigiéndole reformas radicales para la redistribución de la riqueza. Instó a
los soldados a tomar el poder en nombre del pueblo, y aunque fue arrestado, se
le absolvió al poco tiempo. Otro grupo opositor, los diggers, pretendió la propiedad común de los bienes, una evolución
del sistema económico que chocó de bruces con movimientos que rechazaron dichas
proposiciones. Los radicales se infiltraron en la religión y la política,
pidiendo la abolición de los diezmos y la participación de las mujeres en la
predicación y gobierno de la Iglesia. En 1674 George Fox creó la Sociedad de
Amigos, cuya doctrina se basaba en la conciencia individual y defendían
posturas humanistas
La rebelión irlandesa no estaba
completamente sofocada y el Rump decidió recobrar el control, atacando Cromwell
a un ejército realista y a católicos. La brutalidad de la represión provocó que
los irlandeses defendieran aun más su territorio. En 1652 se llegó a un acuerdo
por el que los terratenientes irlandeses fueron sustituidos por protestantes.
Muchos fueron muertos o exiliados siendo Irlanda declarada parte de la
Commonwealth.
En 1650 Cromwell atacó Escocia, que había
coronado a Carlos II, el cual había logrado muchos apoyos en ese territorio,
pero muchos enemigos en Inglaterra también. Muchos escoceses fueron asesinados
y hechos prisioneros teniendo como unión efectiva en 1654 constituyéndose una
flota permanente.
En 1651, se aprobó la Ley de
Navegación “votada por lo Comunes, la cual decía que ninguna mercancía
extranjera podía introducirse en Inglaterra sino tenía bandera inglesa”[10],
para cortar el comercio holandés con Norteamérica, provocando la Primera Guerra
Anglo Holandesa (1652-1654). Con los barcos holandeses capturados, Inglaterra
pudo duplicar las cifras de su comercio, algo que reportó grandes beneficios
económicos al ya fuerte aparato fiscal. Sin embargo, el Rump era muy impopular
en el Ejército y en todo el país en general. Cromwell no consiguió las reformas
que pretendía y lo disolvió el 20 de abril de 1653 como último remedio.
Cromwell decidió otorgar la
autoridad suprema a una asamblea de 140 hombres fieles, la mayoría moderados. Tras
cinco meses de altercados, los moderados devolvieron el poder a Cromwell. El
ejército tomó el mando entonces, pero Cromwell se negó a presidir el gobierno y
encargó a Lambert una nueva constitución. Bajo el beneplácito del ejercito,
“Cromwell nombró el Instrumento de Gobierno en 1653 nombrando un Gobierno
compuesto por el Lord, el Parlamento y el Consejo, siendo el Lord Protector”[11]. El
Instrumento garantizó la libertad de culto a todos menos a los católicos y los episcopalianos,
aunque dejaron de ser perseguidos oficialmente e incluso los judíos fueron
readmitidos mientras que cada vez más civiles ocupaban el gobierno y el
ejercito se iba desmilitarizando. Muchos afirman que “Cromwell estaba pensando
ya en hacerse rey; pero antes quiso sondear los ánimos presentando el proyecto
a algunos ministros puritanos, los cuales le contestaron que su proyecto era
ilegal e impracticable”[12].
Finalizada la guerra contra Holanda,
Cromwell atacó las colonias de España en el Caribe intentando aprovechar un
momento de desestabilización. Inglaterra se hizo con Jamaica, pero las bajas
fueron grandes y se consideró un gran fracaso. Cromwell gobernó de manera
arbitraria, encarcelando a gente sin juicio previo y nombrado leyes sinsentido
en muchos casos. Tras fracasar en el intento de que financiara la guerra contra
España, disolvió el Parlamento. Su salud se deterioró rápidamente y nombró
sucesor a su hijo Ricardo muriendo en 1658.
Entre septiembre de 1658 y diciembre
de 1659, el caos político y económico se adueñó del país, ya que los grupos
políticos eran incapaces de alcanzar un acuerdo. Poco a poco todos fueron
convenciéndose de que la restauración de la monarquía era el único modo de
conseguir la estabilidad unido a la incapacidad de Richard Cromwell de sostener
el gobierno. El Parlamento despojó al ejército de poder político en 1659
haciendo que Richard disolviese el Parlamento. Richard no tenía el carácter de
su padre, por lo que el general George Monk, viendo que estaban siendo
conducidos al desastre, entró en negociaciones con el príncipe Carlos hasta que
en 1660, declarándose ante el, la República finalizó, también por el
desmoronamiento de los sectores que querían la república.
4.
La Restauración de los Estuardo: Carlos II y Jacobo II
a) Carlos
II
“El estado de anarquía y confusión hicieron inevitable la restauración
de Carlos II que llevaba esperando la oportunidad desde Escocia”[13].
Con enorme valor, Carlos II se encargó de construir, o más bien, reedificar una
base donde se repartiese el poder entre los diferentes partidos. Mediante la
Ley de Amnistía, el Parlamento perdonó a todos a excepción de los que habían
firmado la muerte de Carlos I, además, se ejecutaron a diversos cabecillas, se
desmanteló el ejercito y los Lores asi como los obispos volvieron a sus
puestos. “El rey no gobernaba solo, sino a través de un consejo privado que el
mismo presidía y que es considerado por algunos historiadores como el primitivo
gabinete”[14].
Aunque el rey pretendía llevar un régimen de tolerancia, el Parlamento
restauró la supremacía anglicana con cuatro leyes: la Ley de Corporación en
1661 donde se estableció la desposesión de los funcionarios no anglicanos, la
Ley de Uniformidad en 1662 donde se ordenó que los clérigos fuesen nombrados
por obispos, la Ley de los Conventículos de 1664 que prohibió los servicios
religiosos que no fuesen anglicanos, y la Ley de las Cinco Millas de 1665 que
prohibió a los clérigos disidentes vivir a menos de cinco millas de las
ciudades. “La cuestión religiosa era un punto de más ardua solución que el bill de amnistía y de la renta”[15],
ya que con cualquier pretexto, los católicos eran acusados de conspiraciones.
No fue un tiempo de paz. Pronto, en 1663 se produjo una pugna con
Holanda por el dominio comercial. Este contienda supuso la bancarrota de la
corona inglesa, cuya economía se basaba el reparto de tierras que hacía a los
ricos más ricos y a los pobres más pobres, por lo que la agricultura sufrió un
fuerte descenso, un comercio exterior centrado en la exportación textil y una
industria basada en el carbón; esto, unido a subsidios insuficientes, “que
fueron dados tras ser abolidos los guardias nobles, contrapartida de obtener
100.000 libras por parte del Parlamento”[16],
obligó a iniciar las negociaciones de paz, finalizando en 1667 con el Tratado
de Breda, haciéndose con los territorios de Nueva York y Nueva Jersey.
Incomprensiblemente, cuando Francia invadió los territorios españoles de
los Países Bajos, Inglaterra se alió con Holanda mientras que firmaba un tratado
con Luis XIV para que, mientras durar la guerra recibiese un subsidio y se
hacía parte del imperio holandés. Carlos permitía el catolicismo como
contrapartida, pero con la Declaración de Indulgencia permitió los ritos solo
en privado. No obstante en 1672 el Parlamente lo obligó a derogar dicha
declaración, firmando una ley que obligaba a todos los miembros de puestos
oficiales a comulgar de acuerdo con la iglesia de Inglaterra. Además se negó a
ofrecer más dinero para la guerra, firmando la paz definitiva con Holanda en
1674. “En 1678, los constantes cambios de política de Carlos II y su humillante posición ante los franceses
hizo decaer el prestigio del país. Además, muchos ingleses estaban convencidos
de que estos pactos secretos eran un intento de establecer un reino católico
despótico por parte de Francia, punto de vista que se puede ver en el poema de
Andrew Marvell”[17].
El último problema al que tuvo que enfrentarse el rey fue al conocido
Complot Papista, en el que 35 inocentes fueron ejecutados. El Parlamento quiso
excluir al duque de York, católico, siendo disueltos por el rey. Tras el
fallido complot de la Casa de Rye, que intentaban asesinar a Carlos y Jacobo,
el rey se convirtió al catolicismo poco antes de su fallecimiento en 1685.
b) Jacobo II
Jacobo subió sin entorpecimientos al trono tras el fallecimiento de
Carlos, ya convertido al catolicismo, empujado según dicen algunos autores
(Galibert. L) por su hermano. Con ideas más fijas intentó levantar la corona
hasta el punto más elevado que la ley le permitía. Fijó de inmediato las
funciones de los magistrados y las autoridades, de modo que el paso del
gobierno pareciese una continuación. Sin embargo, el primer problema vino con l
anegación del duque de Norfolk de entrar en la iglesia para ir a misa, abierta
para que entrase todo el mundo. Pronto Jacobo comenzó a predicar la necesidad
de una sola religión apoyado por Hudleston, sacerdote católico.
Fue ese mismo año cuando el duque de Monmouth invadió Inglaterra desde
Holanda ganándose a los artesanos de la industria textil. Su ejercito inexperto
fue derrotado y el mismo ejecutado, dando lugar a la última rebelión popular en
Inglaterra, que tuvo una sangrienta represión.
Jacobo suspendió la Ley de Prueba ganándose la enemistad del Parlamento.
Recurrió entonces a eximir personajes de las leyes penales para sustituir a la
mitad de los jueces por católicos, mientras llegaban protestantes que huían de
Francia. En 1688 se promulgó la Declaración de Indulgencia, suprimiendo las
leyes penales contra católicos, obligando a que se leyera en las iglesias. “Jacobo
se concento en llevar una campaña para que el parlamento estuviera preparado y
aceptara las Actas, influenciando así en los Whigs en las zonas urbanas crenado un ambiente de tolerancia”[18].
Fue sin embargo ese mismo año cuando se produjo uno de los
acontecimientos más relevantes de la historia de Inglaterra y que acabará con
el derrocamiento de Jacobo II. La Revolución Gloriosa, como se la conoce, “posee
muchas analogías con la revolución sufrida 50 años atrás en Francia”[19],
pueblos que rechazan las ideas absolutistas y que, tras largas exigencias para
lograr un gobierno constitucional se produce una revolución. Los historiadores
debaten mucho sobre el carácter de dicha revolución. Peter Laslett duda en su
Revueltas y revoluciones en la historia sobre el carácter social de la
revolución de 1688.
Para explicar lo que fue el acontecimiento más importante de la centuria
en Inglaterra hay que entender que Jacobo II ya había sido fuente de diversas
batallas políticas. Cuando tuvo un heredero el trono dejó de ser para su hija
María, que era protestante. Se comenzó a pensar de que se intentaba imponer una
monarquía católica, por lo que los Tories,
ya disgustados con Jacobo, se unieron con los Whig para resolver el problema. Tras el acuerdo de Magdeburgo,
diversas potencias como Brandeburgo, Sajonia, Hannover, Hesses-Kassel y
Dinamarca fueran favorables a la invasión de Inglaterra por los Holandeses
comandados por Guillermo de Orange, apoyado por Luis XIV, “nada satisfecho con
las políticas de paz que llevaba tras el Tratado de Ratisbon en 1684,
intentando llevar su poder hacia Alemania”[20].
Aunque las fuerzas inglesas eran mayores en número se intentó no llevar acciones
militares, escuchando Jacobo las demandas de Guillermo. Un primer acuerdo fue
reprendido por el rey inglés, huyendo de Londres posteriormente. Ahora se
planteaba un grave problema: el Parlamento debía decidir lo que se había de
hacer de forma rápida ya que el pueblo comenzaba a agitarse. Se debatió desde
la monarquía electiva hasta la regencia de Guillermo de Orange o a María
Estuardo. Finalmente el trono lo ocuparon Guillermo y María no traicionando asi
el juramento prestado al rey, siendo coronados dos meses después, “aunque Guillermo amenazó
con no quedarse en Inglaterra si el Rey Jacobo vuelve otra vez, y estaba
decidido a regresar a Holanda si solo le iban a nombrar Regente”[21]. Así, fueron nombrado
reyes dos meses después como Guillermo III y María II de Inglaterra.
Algunos nobles en 1689 intentaron contactar con Jacobo llevando a
revueltas como la del conde de Dundee con sus clanes, debilitados lentamente
por la administración inglesa. Otro grave conflicto fue el posicionamiento
irlandés con los jacobitas, siendo muy popular Jacobo II en Irlanda por la
medida promovida por él de formar un parlamento irlandés. Esta causa duró mucho
tiempo pero sin gran relevancia, hasta la muerte del último descendiente de
Jacobo II, Carlos Estuardo.
La economía, sociedad y política se vieron agitadas por este
acontecimiento. Además, este fue el motivo que ha llevado a la monarquía
parlamentaría hasta hoy, ganando el Parlamento cada vez más y más poder. Por
supuesto, la Declaración de Derechos y el acta de Tolerancia fueron
fundamentales para el desarrollo político y social, haciendo que no se volviese
a una monarquía católica como la de Jacobo II. Algo interesante es que dicha
revolución no movió al pueblo llano, es decir, no fue una revuelta popular, por
lo que ha llevado a autores como Friedrich Engels a afirmar que se trata de un
golpe de estado
5.
Inglaterra bajo el gobierno de Guillermo y María
Como nuevo pacto constitucional se elaboró el Bill of Rights dando una limitación parlamentaria, no obstante, “Guillermo
concentró su interés primordial en la gran guerra que había comenzado en toda
Europa”[22].
La merma de autoridad real daba lugar a mayor participación de las élites en el
gobierno a pesar de la oposición jacobina. No obstante, como contrapartida ahora
había una presión de Luis XIV, asi como de las casas dominantes que no había
con anterioridad. Aun con estas limitaciones se buscaron soluciones a los
graves problemas del País llegando a un equilibrio interregional, superando la
exaltación de Irlanda y Escocia en la que se sucedieron protestas
anticatólicas.
La guerra con Francia llegó finalmente, uniéndose Inglaterra a la Liga
de Augsburgo, la Gran Alianza, lo que hizo que Guillermo se ausentase largos
periodos, dejando a María en el gobierno, siempre siguiendo sus consejos.
Aunque la mayoría eran favorables a Guillermo vemos una clara oposición
de Escocia e Irlanda. Los jacobinos, aun con una gran victoria inicial, fueron
derrotados. La reputación decreció de forma brutal tras una masacre de escoceses
en Glencoe (1692), por, supuestamente, no prometer lealtad. Irlanda obtuvo
apoyo francés y la lucha se mantuvo hasta 1693.
Con tal de hundir a España, Guillermo firmó el Tratado de Partición (1698)
con Luis XIV, dividiendo así el Imperio Español. Cuando los intereses
Holandeses chocaron con los Franceses, el rey francés no dudo en volver a
enfrentarse con Guillermo reconociendo a Jacobo Estuardo, hijo de Jacobo II,
conflicto que duró hasta 1713 con lo que se conoce como Guerra de sucesión
Española.
Además de la cuestión sucesoria española, Guillermo III tenía otro
problema sucesorio, el suyo, ya que no tenía hijos. Tras su muerte, no por el
accidente que tuvo, sino por la cantidad de enemigos que eso le abrió, sería la
hermana de su esposa, Ana, tras la aprobación
del Acta de Establecimiento, con tal de que Jacobo no se hiciese con el
trono, la que tomo las riendas de la corona en 1702.
III. CONCLUSIONES
Un periodo convulso y difícil de estudiar es lo que me ha parecido el
siglo XVII en Inglaterra. Dudo mucho que no haya sido una centuria estudiada,
pero a excepción de la Revolución Gloriosa, que se conoce como la República británica,
que sin duda es el acontecimiento más relevante y la que marca la historia de
manera clara, el resto de acontecimientos me ha sido complicado de encontrar,
ya fuere por escasez de bibliografía o por que el material estaba en una lengua
distinta a la mía.
En todo caso, un periodo apasionante que marca las directrices de lo que
será la Inglaterra de los siglos posteriores y que comienza a formar el
carácter del País que ahora conocemos. De nuevo, veo en la historia los hechos
que nos hacen comprender mejor el presente.
Vemos que Jacobo I y Carlos I no pudieron desarrollar un tratamiento de
los problemas y un acrecentamiento de la deuda fiscal. La Impaciencia de Carlos
fue lo que lo llevó a la muerte y al desmoronamiento del sistema monárquico. La
República, aunque intentó fundamentarse con una estructura correcta, no puedo
mantenerse en flote, cayendo Inglaterra bajo el poder monárquico que fue mal administrado, siendo una
restauración no fallida pero que no supo responder bien a las necesidades del
pueblo. Con la
Restauración, los tiempos de libertad de pensamiento terminó y desaparecieron
tantos grupos que se habían creado, volviendo a un sistema más “tradicional”
hasta que fue tomada por Guillermo.
Una centuria marcada por la crisis que se sucedió en este siglo y el
desarrollo del mercantilismo, que sin duda marcaron la historia de toda Europa
incluida Inglaterra y zonas transoceánicas. Sin embargo, en el caso de
Inglaterra, la crisis fue aprovechado junto a los Países bajos para sobresalir
del panorama estableciéndose como nuevas potencias. Esta claro que es un factor
a tener en cuenta dentro de los movimientos revolucionarios que marcaron el
país, pero de lo que si hay dudas es sobre el carácter de dicha revolución, que
aun hoy sigue dando de que hablar.
Para terminar, pongo en palabras de Winston Churchill: “a lo largo del
siglo XVII y sobre todo los últimos diez años de victoria ininterrumpida que
elevaron a la nación británica a una altura en el mundo que jamás había
alcanzado antes”.
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[22] W. S, Churchill
(2007, 437)
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