martes, 20 de diciembre de 2016

Y seguimos para bingo...

Seguimos pasando violaciones a los derechos humanos. No todos los musulmanes son terroristas, pero los radicales son musulmanes, hay que aprender que la generalización no es correcta, pero no por eso hay que permitir que sigan destruyendo vidas. El tiroteo en una mezquita no es más que la respuesta violenta a actos violentos. Hasta donde llegara esto? Hasta que acabemos con nosotros mismos. Hay que aprender a decir no, que el buenísimo absurdo solo empeora la situación. El respeto a su cultura solo se consigue con el respeto a nosotros mismos y si ellos no nos respetan que hacemos, fomentar el no civismo? Y con ellos no me refiero a los musulmanes, sino a toda forma radical que destruya vidas humanas y viole los derechos humanos. Y a todos que vais de permisivos y buenazos porque no miráis a vuestro alrededor, intentando no politizarlo todo.


domingo, 2 de octubre de 2016

EL PODER TAUMATÚRGICO DE LOS REYES












Arturo Cosano Ramos

Trabajo tutorizado por:
Dña.: Pilar Ybañez Worboys
Universidad de Málaga.















ÍNDICE


Introducción----------------------------------------------------------------------------------pág.3

¿Qué es el poder Taumatúrgico?------------------------------------------------------pág.5

Evolución política del poder Taumatúrgico------------------------------------------pág.6

Conclusión-----------------------------------------------------------------------------------pág.9

Bibliografía----------------------------------------------------------------------------------pág.10























I. INTRODUCCIÓN


El poder es la cuestión quizás más importante de las ciencias sociales. La explicación de qué es el poder es compleja y muestra muchos matices. Existen diversas definiciones dependiendo del contexto en el que se desarrolle. Hoy en día, tenemos una serie de leyes que tienen bien delimitado, o casi bien delimitado, cómo funciona, cómo se ejerce y quién lo ejerce, pero antiguamente, hace apenas cinco siglos esa cuestión seguía vacía.

            Desde los albores de la humanidad, el poder ha sido necesario para el desarrollo político, sin embargo la clara cuestión de quién y como lo ejerce ha sido una duda que se ha mantenido en las mentes de los hombres hasta que se resolvió o se intentó resolver. Astutamente, desde Mesopotamia, los reyes se han legitimado en la religión como fuente indiscutible de poder. Más tarde, sociedades como la griega, desarrollaron teorías políticas como Aristóteles, y en Roma en un primer momento también se continuó dicho desarrollo, que se corrompió con la llegada de los emperadores que otra vez volvieron a legitimarse en lo divino. El mundo musulmán es también un claro exponente de cómo la religión envuelve la vida del fiel, y de cómo el califa tiene potestad sobre los súbditos. Durante la edad media, el poder siguió legitimándose en fuentes divinas, aunque ya comenzaron a haber pensadores que buscaban teorías políticas que se legitimaran en otras cuestiones. En la edad moderna hubo diferentes aspectos, desde monarquías parlamentarias hasta estados absolutos, y ya en la era contemporánea se implantó el sistema que conocemos hoy en día. Es complejo explicar como la religión ha sido un elemento casi indiscutible durante toda la historia, incluso en el presente, que contemplamos la religión como un aspecto en segundo plano, ni nos imaginamos el poder que tienen las religiones para la gran mayoría de la sociedad.

            Dicho esto, podemos entonces plantearnos dos cuestiones fundamentales: ¿qué es el poder? ¿qué es ser taumatúrgico?
            El poder es, según la RAE: “Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo”[1]. Esta definición podríamos clasificarla como estándar, es decir, se queda en la superficie, pero hay otras definiciones que son más complejas: “poder es la voluntad de acción con conciencia de superioridad, que se orienta hacia el dominio y el gobierno de las comunidades políticas”. Aquí ya tenemos un acercamiento más a la explicación social del poder, por lo que podemos afirmar que “el poder es un fenómeno social que no puede concebirse en forma aislada sino siempre en grupo”[2]. José Carpizo desarrolla esta idea en su “Poder: naturaleza, tipología y los medios de comunicación masiva”, la cual rompe con la idea de poder que había que se basaba en la agrupación de dicho poder en una sola persona que gobernaba bajo influencia divina.

            En cuanto al taumaturgo nos volvemos a remitir a la RAE: “del griego, θαυματουργός thaumatourgós, de θαῦμα, -ατος thaûma, -atos “maravilla”, “cosa asombrosa” y -εργος -ergos “que hace”. Mago, persona que practica la magia”. Más que “mago”, nosotros contemplamos un adjetivo atribuidos a los reyes que basaban su poder en la idea de que eran divinos, y por tanto, como portadores de esencia divina debían poseer características mágicas o sobrenaturales, como por ejemplo la curación de enfermos. Como dijo Montesquieu: “el rey es un gran mago”. Por ello que poder, magia y medicina estén tan entrelazados entre sí.

             Pasemos entonces a explicar en que consistía este poder y cómo es que fue tan relevante para la evolución política en la Edad Moderna.








II. ¿QUÉ ES EL PODER TAUMATÚRGICO?

Quizás el autor que más nos puede reflejar sobre que es el poder taumatúrgico es Marc Bloch, el cual defiende la idea de que este poder se remonta a antes de la Edad Media. La capacidad de curación de una enfermedad muchas veces no comprensible, era intrínseca a un rey. ¿Por qué?, pues debido a que el rey tomaba ese “poder divino” tenía características sobrenaturales propias de esa naturaleza, de ahí que con tocar o mirar al enfermo este podía sanar por intervención divina. Sucedía el caso, claro está, en el que el paciente no se curaba, la excusa era que Dios no quería salvarle, o que necesitaba dos toques o dos miradas. “La capacidad taumatúrgica de los monarcas fue quizás la vía principal por la que los reyes se aproximaron en todos los tiempos a sus súbditos más desfavorecidos”[3]. No obstante advierte Bloch: “había innumerables enfermos que ansiaban ardientemente curarse, y estaban dispuestos a recurrir a los remedios que les indicara el saber común: tal es el telón de fondo del milagro real, que debe tener ante' sus ojos el historiador”[4].

            Este poder pasó a los símbolos que el monarca utilizaba, de ahí que surgiesen reliquias que tenían el poder sobrenatural de su dueño. No nos encontramos con algo novedoso. El cristianismo ya tiene reliquias con poderes especiales las cuales vienen de una tradición germánica. Incluso en el Antiguo Egipto existía ya esta creencia con elementos como el “ankh”.

            Lo importante es que la influencia sobre la persona que era tocada por el monarca se creía que estaba siendo sanada, lo cual molestó a la Iglesia que, y hablamos de la época feudal, tenía el control “sobrenatural” del mundo. Ese eslabón intermediario había dejado de ser la iglesia para pasar a ser el rey, le cual le estaba dando un poder antes de la Iglesia. Es por ello que “se reconoce que ejerce un mandato del cielo confirmado por medio de un acto de la autoridad spiritual y de los ritos apropiados”[5]. Por tanto el cristianismo no hizo sino potenciar aun más el poder taumatúrgico de los reyes.

            El caso de los símbolos es más complicado ya que “el milagro inaugural estaba acompañado de diversos actos de consagración que consolidaban el poder taumatúrgico de la imagen”[6], es decir, se debía crear una leyenda de dicho símbolo para que este adoptase ese carácter. Hay que decir que en una sociedad iletrada el uso de los símbolos era vital para que se comprendiese, así funcionaba correctamente. La vida estaba rodeada de símbolos, sin ir más lejos la propia iglesia o la corona, que representaba la delegación de poder de Cristo en el monarca. Esta relación era la que marcaba la casi obligación de que el monarca tuviera poderes taumatúrgicos, ya que su poder venía de Dios.

Bloch nos habla, y es muy importante, de que este poder iba acompañado de una serie de ritos con procedencia de los ritos medievales como explica Le Goff en su prefacio: “un rito feudal, el del lanzamiento del haz de paja y a veces rompimiento del haz (exfestucatio), signo y realización de una ruptura del homenaje”[7]. Los ritos se extrapolaron a la idea taumatúrgica, hallándose por primera vez en el “rito francés”, explicado en el primer documento donde aparece el tacto francés. También en la Edad Media surgió el “rito inglés” en la corte del rey Enrique II.
             

III. EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL PODER TAUMATÚRGICO

Este factor fue condicionante para el poder monárquico y por ende la autoridad del rey en los territorios. La confianza que los súbditos volcaron en su rey fue en parte gracias a la idea de que la divinidad había escogido a esa persona para gobernarles. “El milagro real se presenta ante todo como la expresión de una cierta concepción del poder político supremo”[8], por ello no podemos pasar por la teoría política sin prestar atención a dicha característica. Aunque como ya hemos dicho podemos rastrearlo hasta casi los principios del hombre, vamos a centrarnos en la época que nos interesa, la Edad Moderna, más concretamente el Estado Absoluto, en el que el rey logra un robustecimiento del poder real aunque con algunas limitaciones. Dicho poder se basaba en el afianzamiento del derecho real, convirtiéndose el rey en la base del derecho, solo teniendo a Dios por encima. Por supuesto la violencia estará totalmente institucionaliza logrando así el rey liberarse de los nobles. La economía evolucionará a una economía-mundo en la que los mercados se abrirá, lo que acompañará a la fiscalidad real aprovechará todas las posibilidades, ampliándose. En esta coyuntura será obligatorio por tanto el desarrollo de la diplomacia para organizar las relaciones entre estados.

En el siglo XVI el poder taumatúrgico ya estaba bien asentado en la mayoría de las regiones, peor para explicarlo mejor vamos a ver los reinos por separado. Sin embargo, los reyes taumaturgos se fueron disolviendo con la llegada de movimientos revolucionarios en la última década del siglo XVIII. Obviamente los pensadores del Renacimiento no dieron crédito a este “milagro”, pero en el común de la población esto si tenía cabida. Además los propios reyes se creían dicha acción ya que sin explicación alguna, los pacientes curaban. Es comprensible por tanto que ante el desconocimiento tuviese cabida una interpretación mística.

Aunque hemos dicho que el poder taumatúrgico se fue disolviendo sobre todo tras la revolución francesa, si es cierto que no será olvidado. Napoleón Bonaparte elaborará una iconografía que exaltaba ese carácter divino, además de por ejemplo haberse hecho coronar el mismo, señalado que por encima no había nadie más.

La condición milagrosa la vemos muy presente en Francia e Inglaterra, pero no son los únicos lugares. La casa de Habsburgo y España también fueron exponentes de dicho poder.




1.    Francia e Inglaterra

Desde Felipe I Capeto y Enrique II Plantagenet se tienen noticia de “poder real” para curar las escrófulas haciendo la señal de la cruz. Además, los ingleses desde Eduardo II comenzaron a bendecir anillos medicinales, lo que dividió a la comunidad eclesiástica. Otros reyes como Luis IX destacó también por su participación en las cruzadas y por levantar numerosas iglesias, lo que fue fuente de milagros. Caso interesante es la de Isabel de Hungría, la cual invirtió en la fundación de hospitales y repartió limosna, siendo canonizada en 1325 por Gregorio IX. Otro caso interesante es el de Enrique IV de Francia el cual se convirtió al catolicismo como reconciliación con su reino. En su persona tenemos el rito de legitimación de la soberanía de un rey por el pueblo el cual con anterioridad no deseaba. En el otro lado tenemos el rito inglés con Carlos II.
      Dichos ritos supusieron grandes gastos para las casas monárquicas de Inglaterra y Francia. En los registros y documentos de las cuentas vemos menciones del “tacto de los reyes” referidos a dichas acciones mágicas que efectuaban sobre los súbditos. Aunque no es fácil seguir el rastro de dichos archivos, si tenemos constancia de que existían, por lo que sabían del poder que esto les conferían y pretendían mantenerlo aunque les costase grandes sumas de dinero.

2.    España

El caso de la monarquía española se notaba la rivalidad entre los reinos cristianos aunque un en un principio con los Habsburgo la acuñación de “rey taumaturgo” no tenían las mismas facultades que los franceses, con los Borbones pierden ese “poder” que tenían por herencia. La necesidad de un rey santo les llevó a esfuerzos durante el siglo XVII siendo Fernando III, que recibía culto por tradición, el más indicado. Por supuesto los Habsburgo usaron su ascendencia visigoda para otorgarse superioridad a los franceses y por ende, su poder divino. La capacidad de sanar fue usada además para ascender a los reyes a la categoría de santos. Sobretodo, “los monarcas de la casa de los Austria gustaron de retratarse en diversas ocasiones con la iconografía de personajes de santoral cristiano”[9]. Bloch nos relata como imitaban los ritos franceses e ingleses, ganándose a personas de la iglesia que afirmasen dicho poder taumatúrgico. No obstante si que tenemos conocimiento de milagros curativos atribuidos a reinas sobre todo en el lecho de muerte. Aun así, lo normal era clasificar a los reyes hispanos como sanadores que remediaban los males del reino con el ejercicio del gobierno. Será en Navarra donde tengamos los casos más particulares. “El poder taumatúrgico de los soberanos navarros no está vinculado al hecho de la unción y coronación. Carlos II no fue coronado hasta febrero de 1390 y en 1387 consta que tocó enfermos en seis ocasiones”[10]. No podemos olvidar la traditio castellana sobre la taumaturgia de sus propios reyes que tuvo eco en la corona de Aragón aunque algo tardío. Además, tema importante fue la relevancia de el poder del confesor de los reyes, “el cual tuvo en sus manos aspectos de suma importancia como proyectos político-mitificadores como el viaje de Colón”[11].




III. CONCLUSIONES

Antes de la realización del trabajo ni siquiera sabía de la existencia de la palabra “taumaturgo”. Ahora entiendo la enorme relevancia que ha tenido para el desarrollo de la historia, ya que ha sido elemento fundamental para le ejercicio de gobierno en todas partes del mundo. Es decir, sin el apoyo religioso, ni los primeros reyes, sultanes o líderes políticos podrían haberse posado sobre masas de súbditos y lograrse su apoyo y fe incondicional. Con forme el tiempo paso más difícil resultó sustentar esta base, y en parte fue por la divulgación de conocimiento, por tanto podríamos decir que cuanto más ignorante era el pueblo más fácil era manejarlo. Y que mejor forma de gobernar que sustentándose en le religión. No es el poder de los reyes lo que gobierna al pueblo, si no el poder de Dios que se ejerce a través del rey. No siempre ha sido así claro, pero en la mayoría de gobiernos durante la historia si que lo ha sido. Incluso algunas revoluciones que se han sublevado contra el poder monárquico o eclesiástico estaban a su vez basadas en otras ideas religiosas.


IV. BIBLIOGRAFÍA

-       Arancón, Raquel, (1990) Los Evreux Reyes de Navarra.


-       Buchheim, Hans, (1985) Política y Poder Alfa, Barcelona.


-       Bloch, Marc, (ed. 1983) Los reyes taumaturgos. Gallimard, Francia


-       Ezquerra, Alvar. (2004), Política y cultura en la época moderna. Universidad de Alcalá.


-       Hani. Jean, (1998). La realeza sagrada. Del faraón al cristianísimo rey. José J. De Olañeta, Palma


-       Le Goff, Jean, (1983) Prefacio a Los reyes taumaturgos de Marc Bloch. París.


-       Mínguez, Víctor, (2001) Los Reyes Solares. Universidad Jaume I, Castellón


-       Martínez, José Manuel, (2006) Arte americano: contextos y formas de ver. RIL editores: Santiago.






[1] Real Academia Española
[2] H, Buchheim (1985, 10).
[3] V. Mínguez (2004, 2)
[4]M. Bloch (1983, 94)
[5] J. Hani (1998, 16)
[6]J.M. Martínez (2006, 143) A
[7] J. Le Goff (1983,9)
[8] M. Bloch (1983, 120)
[9] V. Mínguez (2001, 14)
[10]R. Arancón (1990, 88)
[11]A. Ezquerra (2004, 550)
EVOLUCIÓN POLÍTICA DE INGLATERRA EN EL SIGLO XVII


Arturo Cosano Ramos


Trabajo tutorizado por Dña.:
Pilar Pezzi Cristóbal
Universidad de Málaga

























I. INTRODUCCIÓN Y CONTEXTO


Hablar de una evolución política no es sencillo, y menos tratándose de un siglo como es el XVII en Inglaterra, un periodo convulso, marcado por la llegada de los Estuardo con Jacobo VI, hijo de María Estuardo. El factor dinástico era elemento clave en las monarquías, pero aun más cuando no había heredero al trono. El resultado fue las “monarquías compuestas” características de la Edad Moderna, mediante las cuales, varios reinos reconocían como rey a uno que pertenecía a uno de esos reinos, como sucedió con Jacobo VI rey de Escocia y que pronto sería de Inglaterra y de Irlanda.
La relevancia de Inglaterra está clara, ya que fueron los sucesivos acontecimientos que se desarrollaron durante el siglo XVII, fundamentales para la historia, que desembocaron en la República Británica.
Para comprender este periodo es necesario analizar las características que marcaron esta etapa en Inglaterra. Las ciudades estaban creciendo de manera descontrolada, llegando a tener “30.000 habitantes en Norwich, 20.000 en Bristol y medio millón en Londres.”[1] En total, tenemos cuatro millones de habitantes en Inglaterra y Wales al inicio del siglo XVII. No obstante no todo eran centros urbanos, también estaba poblado de pueblos y zonas rurales semi–habitadas. Esta separación también marca la división del trabajo, estando focalizado en las grandes ciudades las industrias, cuyos trabajadores procedían del campo, cansados de la vida rural, y el campo, poblado por pequeñas familias que llevaban manufacturas de algodón, ganadería y agricultura, además de la minería, sobre todo del carbón, para el mantenimiento de la industria urbana. 2Una de las razones para el rápido crecimiento de la industria del carbón era una escasez cada vez mayor de la madera.”[2]
En cuanto a la sociedad, autores como Maurice Ashley hablan de “grados” de prestigio dentro de la sociedad. Ya empieza a hablarse de “clase media”, les mercaderes adinerados, servidores de los caballeros y profesionales como los doctores, fuera de los gentelman, los barones, caballeros y la gentry en general.
Una vez visto como se esta articulando la sociedad en los inicios del la decimoséptima centuria, veamos como se desarrollaran los diversos cambios políticos.




II. SUCESOS POLÍTICOS

En el aspecto de movimientos políticos “no hubo una transición brusca del poder Isabelino al d los Estuardos.”[3] Los Tudor en definitiva no eran constitucionales ni absolutos, pero si que con el paso del tiempo se necesitó una teoría cuando el Parlamento y el Rey querían acrecentar sus poderes y superarse.


1.    Jacobo VI (1603- 1625)

El país poco desarrollado que era Escocia se dividía en dos grandes zonas, las highlands y las áreas bajas. El comercio, sobre todo con el Báltico y los Países bajos, asi como sus relaciones internacionales que se focalizaban en Europa, sobre todo con Francia.  Sin embargo, la consolidación monárquica era escasa y tuvo una secuencia de fracasos dinásticos. Desde su mayoría de Edad, Jacobo había afirmado el papel de la corona, gracias a que era un político hábil estableciendo relaciones con los chieftains y con el Parlamento. No tan buenas fueron sus relaciones con la Kirk, la iglesia reformada escocesa, debido a su calvinismo. Su militante defensa de la autonomía de la corona le hizo fomentar la autoridad episcopal, pero siempre logró el equilibrio en su trato personal. El título de “rey de la Gran Bretaña” significaba reinar por tanto sobre tres reinos muy distintos entre sí, sobre todo en asunto religioso y jurídico. La aspiración de la unificación territorial era una característica de las monarquías de los siglos XVI-XVII, siendo el intento de alcanzarlo uno de los factores fundamentales.  Aprovechó la Pax Hispana para mantener una pacificación internacional que supuso un alivio para las arcas reales, que no resolvió la situación financiera. Aun así, el Parlamento no fue convocado hasta 1621, indicio de que su aportación fiscal en tiempos de paz era imprescindible, ingresos necesario ante unas necesidades que no eran cubiertas. Dicho parlamento fue muy agitado, votando dos subsidios que llevaron a momentos de tensión. Los Comunes aplicaron el impeachment y redactaron una protesta en defensa de la libertad de expresión en sus reuniones.
Los puritanos ingleses, por otra parte, en pro de Jacobo fueron aumentando, lo que provocó el recelo católico, los cuales desataron el fallido Complot de la Pólvora en 1605, en el que intentaron volar el Parlamento inglés.
Se añadió el interés en la aproximación por-española que él rey estaba mostrando, lo que les hizo pensar que se pasaba al papismo, haciendo crear factores de oposición. Poco después se produjo el “enlace español” mediante el cual, Carlos se casaría con María hija de Felipe IV, en un acto secreto. Fue un fracaso haciendo que Carlos se uniese al bando anti-Hasburgo y Jacobo apuntase hacia Francia. Jacobo no quería si no la recuperación del Palatinado para su yerno , cosa que no veía el parlamento, forzando la alianza protestante.
Fue en 1625, en pleno intervalo parlamentario, cuando Jacobo fallece, dejando una monarquía en paz a pesar de los desagravios financieros y religiosos, asi como con una cohesión política, pero con un continente que se sumergía en la guerra.


2.    Carlos I (1625-1549)

El reinado de Carlos I si que estuvo marcado con grandes diferencias frente a su predecesor, “teniendo una mala dirección con continuas derrotas”.[4] Poco después de acceder al trono se casó con Enriqueta María, la hija de Luis XIII y convocó los Parlamentos, los cuales se plantearon cuestiones polémicas, ahora en un contexto bélico. La guerra con España era inminente y los Parlamentos en 1625 se vieron forzados a votar dos subsidios, otorgándolos por un año. Esto respondía a un interés parlamentario de estudiar una ampliación de las tarifas, no pudiendo avanzar en ello ya que Carlos los disolvió, acción que acompañó con el ataque a Cádiz, el cual fracasó. El segundo Parlamento se formó para aplicar el impeachment al duque de Buckingham, responsable del ataque a Cádiz. Además, votó unos subsidios insuficientes para la corona, por lo que se recurrió a fórmulas extraparlamentarias, un préstamo que llevó a los que se negaban a pagar a la cárcel, excepto a cinco caballeros que cuestionaron ante los tribunales el derecho regio de esta acción. De todas formas, el préstamo fue  suficiente como para empezar otra guerra contra Francia. EL nuevo fracasó ya supuso un problema grave militar, económico y político. Y religioso, ya que muchos clérigos anti-calvinistas comenzaban a ocupar importantes puestos en la iglesia anglicana, cayendo Carlos en las líneas anglicanas, rompiendo así la arbitrariedad que había llevado su padre.


a)    El Parlamento de 1628

Para comenzar otra expedición a La Rochelle, se convocó un nuevo Parlamento en 1628 en el cual se consiguieron varios subsidios que tuvieron como contrapartida la Petición de Derechos que presentaron los Comunes, la cual declaraba ilegales los impuestos que no contaran con la aprobación del Parlamento. Habían aprendido la lección tras el fiasco que “la guerra contra España y los católicos se habían conducido torpemente y que había conducido torpemente, y que el dinero que habían votado se había malgastado sin resultados ventajosos.”[5] Sin embargo, la expedición resultó otro fracaso, siendo asesinado Buckingham por un soldado. El rey reaccionó con dignidad volviendo a poner en marcha los planes militares que desafortunadamente para él volvieron a fracasar. El Parlamento, ya en 1629 reanudó las sesiones escuchando la petición de dinero por Carlos. Fue Oliver Cromwell el que exigió la necesidad de discutir las cuestiones religiosas, ya que el arminianismo se estaba extendiendo. Carlos suspendió las sesiones, volviéndolas a llamar a la semana siguiente para suspenderlas de nuevo, pero la cámara aprobó las resoluciones contra el arminianismo y las recaudaciones. Carlos, muy molesto, decidió entonces encarcelar a varios parlamentarios y disolvió el Parlamento.
Inglaterra se encontraba entonces dividida por crisis política y religiosa, humillada por tantas derrotas. Se habla de una verdadera crisis de los Parlamentos. La actitud del rey en tal solo cuatro años solo había creado situaciones de desestabilidad y tiranía, propicias para revueltas populares.
La Petición influyó “a nivel local, un paso hacia la Revolución Inglesa de 1640.”[6] Aunque el Parlamento no tenía partidos políticos, la petición destaca porque supuso la colaboración entre parlamentarios y entre las dos cámaras por primera vez. Además, Carlos perdió la iniciativa política, con los Lores dispuestos a colaborar por primera vez con la cámara baja, la protección de la corona en el parlamento se tambaleaba como nunca antes y la crisis constitucional entre los Estuardo y sus parlamentarios se acrecentó.


b)    El Parlamento Corto y Parlamento Largo.

En 1640 finalizaba el gobierno personal de Carlos I, once años de tiranía marcados por la paz con Francia y España asi como el mantenimiento de políticas para obtener financiación, hubo una necesidad vital de formar un parlamento debido a la necesidad de obtener dinero de forma rápida para paliar los conflictos que se estaban comenzando a gestar entre los tres reinos. Asi fue como en el 13 de abril los comunes y una minoría de Lores se dispusieron a plantear otros asuntos debido a tantos años sin Parlamento antes que buscar subsidios. Disuelto por Carlos el 5 de mayo es por ello conocido como Parlamento Corto.
La relevancia de este capítulo es debida a la falsa situación de estabilidad y paz durante el gobierno personal de Carlos I, ya que a la mínima ocasión surgían desavenencias en el interior de Parlamento. SI miramos con una visión más profunda vemos que el antagonismo entre parlamento y gobierno viene marcado por el paternalismo, mediante el cual el rey reglaba las vidas de los súbditos. La oposición se encontraba en hombres con intereses económicos más individuales.
Fueron los escoceses, los que provocando tensiones debidas a la nueva religión, se produjo la segunda Guerra de los Obispos y hubo una derrota inglesa. Carlos estableció un acuerdo hasta que el Parlamento obtuviese medidas que satisficieran a ambos bandos. Esta nueva convocatoria no iba a ser disuelta tan fácilmente ya que la presión militar había disminuido, y por ello continuó hasta 1653, de ahí que se le conozca como el Parlamento Largo.


c) Grand Remonstrance y La Guerra Civil (1642-1649)

John Pym encabezó las actividades de los Comunes  secundada por la cámara de los Lores que el rey no tuvo otro remedio que aceptar, sin embargo, las actitudes pasadas de Carlos hacían desconfiar al Parlamentos. Fue el levantamiento católico de Irlanda el que rompió con las medidas que se estaban llevando a cabo y que parecían dar frutos, aun así, no había confianza suficiente en el rey como para dejarlo marchar con un ejercito a tierras irlandesas. Este problema planteó una posibilidad de comandancia militar parlamentaria. Pym se presentó en la llamada Grand Remonstrance, “en la cual se nombraba una lista de cosas que debían ser atendidas”[7], que fue aprobada haciendo ver a los Comunes como una amenaza para el equilibrio constitucional.
Carlos decidió irrumpir con soldados en el Parlamento ante lo que veía un acto de traición. Su fracaso confirmó los temores de la cámara, la cual precipitó los hechos. Se creó un comité militar que nombró jefes militares descartados por el rey, ya que perdería su poder. Carlos se vio obligado a abandonar Londres y dejó al Parlamento con libertad de actuación, el cual promulgó la ordenanza de la Milicia, atribuyéndose así cualidades militares. Se declararon “traidores” a los seguidores de Carlos y “rebeldes” a los seguidores del parlamento, por lo que los dos bandos se enzarzaron en una larga guerra dividida en dos partes que terminó con la entrega del rey por parte de los escoceses al Parlamento. Así fue cono en 1649 los Comunes establecieron un Alto tribunal para juzgar a Carlos I con la desaprobación de los Lores. El 30 de enero fue ejecutado Carlos acusado de traición.
La guerra civil no solo logró acabar con la monarquía de Carlos I, si no que también “el Estado llegó a un nivel de integración fiscal muy grande”.[8]
De todas formas, aun se debate si realmente fue una revolución o un proceso social. Autores como Casey (1991) optan por la guerra civil que fue acompañada por movimientos populares, que de algún modo se enlazan con una tradición campesina de revueltas en el siglo anterior, contrarios por supuesto al sistema económico impuesto.


3.    La República Británica (1649-1660)

“El mismo día de la ejecución del rey, la cámara de los comunes adoptó un bill, que prohibía, bajo pena de alta traición, proclamar rey al príncipe de Gales o a otro cualquiera sin el beneplácito del Parlamento.”[9]
El Rump abolió la monarquía y eliminó la Cámara de los Lores, declarando a Inglaterra como Commonwealth. El país aceptó el cambio (tampoco tenía muchas opciones más), sin embargo, muchos jueces dejaron su puesto y el gobierno local se hizo incontrolable. El camino quedó libre para Cromwell, que se convirtió en Capitán General del Ejército. Vemos además una clara división de partidos entre sur y este que apoyaban al parlamento y el norte y el oeste que apoyaban al rey.
John Lilburne, atacó al Gobierno exigiéndole reformas radicales para la redistribución de la riqueza. Instó a los soldados a tomar el poder en nombre del pueblo, y aunque fue arrestado, se le absolvió al poco tiempo. Otro grupo opositor, los diggers, pretendió la propiedad común de los bienes, una evolución del sistema económico que chocó de bruces con movimientos que rechazaron dichas proposiciones. Los radicales se infiltraron en la religión y la política, pidiendo la abolición de los diezmos y la participación de las mujeres en la predicación y gobierno de la Iglesia. En 1674 George Fox creó la Sociedad de Amigos, cuya doctrina se basaba en la conciencia individual y defendían posturas humanistas
La rebelión irlandesa no estaba completamente sofocada y el Rump decidió recobrar el control, atacando Cromwell a un ejército realista y a católicos. La brutalidad de la represión provocó que los irlandeses defendieran aun más su territorio. En 1652 se llegó a un acuerdo por el que los terratenientes irlandeses fueron sustituidos por protestantes. Muchos fueron muertos o exiliados siendo Irlanda declarada parte de la Commonwealth.
En 1650 Cromwell atacó Escocia, que había coronado a Carlos II, el cual había logrado muchos apoyos en ese territorio, pero muchos enemigos en Inglaterra también. Muchos escoceses fueron asesinados y hechos prisioneros teniendo como unión efectiva en 1654 constituyéndose una flota permanente.

En 1651, se aprobó la Ley de Navegación “votada por lo Comunes, la cual decía que ninguna mercancía extranjera podía introducirse en Inglaterra sino tenía bandera inglesa”[10], para cortar el comercio holandés con Norteamérica, provocando la Primera Guerra Anglo Holandesa (1652-1654). Con los barcos holandeses capturados, Inglaterra pudo duplicar las cifras de su comercio, algo que reportó grandes beneficios económicos al ya fuerte aparato fiscal. Sin embargo, el Rump era muy impopular en el Ejército y en todo el país en general. Cromwell no consiguió las reformas que pretendía y lo disolvió el 20 de abril de 1653 como último remedio.
Cromwell decidió otorgar la autoridad suprema a una asamblea de 140 hombres fieles, la mayoría moderados. Tras cinco meses de altercados, los moderados devolvieron el poder a Cromwell. El ejército tomó el mando entonces, pero Cromwell se negó a presidir el gobierno y encargó a Lambert una nueva constitución. Bajo el beneplácito del ejercito, “Cromwell nombró el Instrumento de Gobierno en 1653 nombrando un Gobierno compuesto por el Lord, el Parlamento y el Consejo, siendo el Lord Protector”[11]. El Instrumento garantizó la libertad de culto a todos menos a los católicos y los episcopalianos, aunque dejaron de ser perseguidos oficialmente e incluso los judíos fueron readmitidos mientras que cada vez más civiles ocupaban el gobierno y el ejercito se iba desmilitarizando. Muchos afirman que “Cromwell estaba pensando ya en hacerse rey; pero antes quiso sondear los ánimos presentando el proyecto a algunos ministros puritanos, los cuales le contestaron que su proyecto era ilegal e impracticable”[12].
Finalizada la guerra contra Holanda, Cromwell atacó las colonias de España en el Caribe intentando aprovechar un momento de desestabilización. Inglaterra se hizo con Jamaica, pero las bajas fueron grandes y se consideró un gran fracaso. Cromwell gobernó de manera arbitraria, encarcelando a gente sin juicio previo y nombrado leyes sinsentido en muchos casos. Tras fracasar en el intento de que financiara la guerra contra España, disolvió el Parlamento. Su salud se deterioró rápidamente y nombró sucesor a su hijo Ricardo muriendo en 1658.
Entre septiembre de 1658 y diciembre de 1659, el caos político y económico se adueñó del país, ya que los grupos políticos eran incapaces de alcanzar un acuerdo. Poco a poco todos fueron convenciéndose de que la restauración de la monarquía era el único modo de conseguir la estabilidad unido a la incapacidad de Richard Cromwell de sostener el gobierno. El Parlamento despojó al ejército de poder político en 1659 haciendo que Richard disolviese el Parlamento. Richard no tenía el carácter de su padre, por lo que el general George Monk, viendo que estaban siendo conducidos al desastre, entró en negociaciones con el príncipe Carlos hasta que en 1660, declarándose ante el, la República finalizó, también por el desmoronamiento de los sectores que querían la república.





4.    La Restauración de los Estuardo: Carlos II y Jacobo II


a)    Carlos II

“El estado de anarquía y confusión hicieron inevitable la restauración de Carlos II que llevaba esperando la oportunidad desde Escocia”[13]. Con enorme valor, Carlos II se encargó de construir, o más bien, reedificar una base donde se repartiese el poder entre los diferentes partidos. Mediante la Ley de Amnistía, el Parlamento perdonó a todos a excepción de los que habían firmado la muerte de Carlos I, además, se ejecutaron a diversos cabecillas, se desmanteló el ejercito y los Lores asi como los obispos volvieron a sus puestos. “El rey no gobernaba solo, sino a través de un consejo privado que el mismo presidía y que es considerado por algunos historiadores como el primitivo gabinete”[14].
Aunque el rey pretendía llevar un régimen de tolerancia, el Parlamento restauró la supremacía anglicana con cuatro leyes: la Ley de Corporación en 1661 donde se estableció la desposesión de los funcionarios no anglicanos, la Ley de Uniformidad en 1662 donde se ordenó que los clérigos fuesen nombrados por obispos, la Ley de los Conventículos de 1664 que prohibió los servicios religiosos que no fuesen anglicanos, y la Ley de las Cinco Millas de 1665 que prohibió a los clérigos disidentes vivir a menos de cinco millas de las ciudades. “La cuestión religiosa era un punto de más ardua solución que el bill de amnistía y de la renta”[15], ya que con cualquier pretexto, los católicos eran acusados de conspiraciones.
No fue un tiempo de paz. Pronto, en 1663 se produjo una pugna con Holanda por el dominio comercial. Este contienda supuso la bancarrota de la corona inglesa, cuya economía se basaba el reparto de tierras que hacía a los ricos más ricos y a los pobres más pobres, por lo que la agricultura sufrió un fuerte descenso, un comercio exterior centrado en la exportación textil y una industria basada en el carbón; esto, unido a subsidios insuficientes, “que fueron dados tras ser abolidos los guardias nobles, contrapartida de obtener 100.000 libras por parte del Parlamento”[16], obligó a iniciar las negociaciones de paz, finalizando en 1667 con el Tratado de Breda, haciéndose con los territorios de Nueva York y Nueva Jersey.
Incomprensiblemente, cuando Francia invadió los territorios españoles de los Países Bajos, Inglaterra se alió con Holanda mientras que firmaba un tratado con Luis XIV para que, mientras durar la guerra recibiese un subsidio y se hacía parte del imperio holandés. Carlos permitía el catolicismo como contrapartida, pero con la Declaración de Indulgencia permitió los ritos solo en privado. No obstante en 1672 el Parlamente lo obligó a derogar dicha declaración, firmando una ley que obligaba a todos los miembros de puestos oficiales a comulgar de acuerdo con la iglesia de Inglaterra. Además se negó a ofrecer más dinero para la guerra, firmando la paz definitiva con Holanda en 1674. “En 1678, los constantes cambios de política de Carlos II  y su humillante posición ante los franceses hizo decaer el prestigio del país. Además, muchos ingleses estaban convencidos de que estos pactos secretos eran un intento de establecer un reino católico despótico por parte de Francia, punto de vista que se puede ver en el poema de Andrew Marvell”[17].
El último problema al que tuvo que enfrentarse el rey fue al conocido Complot Papista, en el que 35 inocentes fueron ejecutados. El Parlamento quiso excluir al duque de York, católico, siendo disueltos por el rey. Tras el fallido complot de la Casa de Rye, que intentaban asesinar a Carlos y Jacobo, el rey se convirtió al catolicismo poco antes de su fallecimiento en 1685.


b) Jacobo II

Jacobo subió sin entorpecimientos al trono tras el fallecimiento de Carlos, ya convertido al catolicismo, empujado según dicen algunos autores (Galibert. L) por su hermano. Con ideas más fijas intentó levantar la corona hasta el punto más elevado que la ley le permitía. Fijó de inmediato las funciones de los magistrados y las autoridades, de modo que el paso del gobierno pareciese una continuación. Sin embargo, el primer problema vino con l anegación del duque de Norfolk de entrar en la iglesia para ir a misa, abierta para que entrase todo el mundo. Pronto Jacobo comenzó a predicar la necesidad de una sola religión apoyado por Hudleston, sacerdote católico.
Fue ese mismo año cuando el duque de Monmouth invadió Inglaterra desde Holanda ganándose a los artesanos de la industria textil. Su ejercito inexperto fue derrotado y el mismo ejecutado, dando lugar a la última rebelión popular en Inglaterra, que tuvo una sangrienta represión.
Jacobo suspendió la Ley de Prueba ganándose la enemistad del Parlamento. Recurrió entonces a eximir personajes de las leyes penales para sustituir a la mitad de los jueces por católicos, mientras llegaban protestantes que huían de Francia. En 1688 se promulgó la Declaración de Indulgencia, suprimiendo las leyes penales contra católicos, obligando a que se leyera en las iglesias. “Jacobo se concento en llevar una campaña para que el parlamento estuviera preparado y aceptara las Actas, influenciando así en los Whigs en las zonas urbanas crenado un ambiente de tolerancia”[18].
Fue sin embargo ese mismo año cuando se produjo uno de los acontecimientos más relevantes de la historia de Inglaterra y que acabará con el derrocamiento de Jacobo II. La Revolución Gloriosa, como se la conoce, “posee muchas analogías con la revolución sufrida 50 años atrás en Francia”[19], pueblos que rechazan las ideas absolutistas y que, tras largas exigencias para lograr un gobierno constitucional se produce una revolución. Los historiadores debaten mucho sobre el carácter de dicha revolución. Peter Laslett duda en su Revueltas y revoluciones en la historia sobre el carácter social de la revolución de 1688.
Para explicar lo que fue el acontecimiento más importante de la centuria en Inglaterra hay que entender que Jacobo II ya había sido fuente de diversas batallas políticas. Cuando tuvo un heredero el trono dejó de ser para su hija María, que era protestante. Se comenzó a pensar de que se intentaba imponer una monarquía católica, por lo que los Tories, ya disgustados con Jacobo, se unieron con los Whig para resolver el problema. Tras el acuerdo de Magdeburgo, diversas potencias como Brandeburgo, Sajonia, Hannover, Hesses-Kassel y Dinamarca fueran favorables a la invasión de Inglaterra por los Holandeses comandados por Guillermo de Orange, apoyado por Luis XIV, “nada satisfecho con las políticas de paz que llevaba tras el Tratado de Ratisbon en 1684, intentando llevar su poder hacia Alemania”[20]. Aunque las fuerzas inglesas eran mayores en número se intentó no llevar acciones militares, escuchando Jacobo las demandas de Guillermo. Un primer acuerdo fue reprendido por el rey inglés, huyendo de Londres posteriormente. Ahora se planteaba un grave problema: el Parlamento debía decidir lo que se había de hacer de forma rápida ya que el pueblo comenzaba a agitarse. Se debatió desde la monarquía electiva hasta la regencia de Guillermo de Orange o a María Estuardo. Finalmente el trono lo ocuparon Guillermo y María no traicionando asi el juramento prestado al rey, siendo coronados dos meses después, “aunque Guillermo amenazó con no quedarse en Inglaterra si el Rey Jacobo vuelve otra vez, y estaba decidido a regresar a Holanda si solo le iban a nombrar Regente”[21]. Así, fueron nombrado reyes dos meses después como Guillermo III y María II de Inglaterra.
Algunos nobles en 1689 intentaron contactar con Jacobo llevando a revueltas como la del conde de Dundee con sus clanes, debilitados lentamente por la administración inglesa. Otro grave conflicto fue el posicionamiento irlandés con los jacobitas, siendo muy popular Jacobo II en Irlanda por la medida promovida por él de formar un parlamento irlandés. Esta causa duró mucho tiempo pero sin gran relevancia, hasta la muerte del último descendiente de Jacobo II, Carlos Estuardo.
La economía, sociedad y política se vieron agitadas por este acontecimiento. Además, este fue el motivo que ha llevado a la monarquía parlamentaría hasta hoy, ganando el Parlamento cada vez más y más poder. Por supuesto, la Declaración de Derechos y el acta de Tolerancia fueron fundamentales para el desarrollo político y social, haciendo que no se volviese a una monarquía católica como la de Jacobo II. Algo interesante es que dicha revolución no movió al pueblo llano, es decir, no fue una revuelta popular, por lo que ha llevado a autores como Friedrich Engels a afirmar que se trata de un golpe de estado
5.    Inglaterra bajo el gobierno de Guillermo y María

Como nuevo pacto constitucional se elaboró el Bill of Rights dando una limitación parlamentaria, no obstante, “Guillermo concentró su interés primordial en la gran guerra que había comenzado en toda Europa”[22]. La merma de autoridad real daba lugar a mayor participación de las élites en el gobierno a pesar de la oposición jacobina. No obstante, como contrapartida ahora había una presión de Luis XIV, asi como de las casas dominantes que no había con anterioridad. Aun con estas limitaciones se buscaron soluciones a los graves problemas del País llegando a un equilibrio interregional, superando la exaltación de Irlanda y Escocia en la que se sucedieron protestas anticatólicas.
La guerra con Francia llegó finalmente, uniéndose Inglaterra a la Liga de Augsburgo, la Gran Alianza, lo que hizo que Guillermo se ausentase largos periodos, dejando a María en el gobierno, siempre siguiendo sus consejos.
Aunque la mayoría eran favorables a Guillermo vemos una clara oposición de Escocia e Irlanda. Los jacobinos, aun con una gran victoria inicial, fueron derrotados. La reputación decreció de forma brutal tras una masacre de escoceses en Glencoe (1692), por, supuestamente, no prometer lealtad. Irlanda obtuvo apoyo francés y la lucha se mantuvo hasta 1693.
Con tal de hundir a España, Guillermo firmó el Tratado de Partición (1698) con Luis XIV, dividiendo así el Imperio Español. Cuando los intereses Holandeses chocaron con los Franceses, el rey francés no dudo en volver a enfrentarse con Guillermo reconociendo a Jacobo Estuardo, hijo de Jacobo II, conflicto que duró hasta 1713 con lo que se conoce como Guerra de sucesión Española.
Además de la cuestión sucesoria española, Guillermo III tenía otro problema sucesorio, el suyo, ya que no tenía hijos. Tras su muerte, no por el accidente que tuvo, sino por la cantidad de enemigos que eso le abrió, sería la hermana de su esposa, Ana, tras la aprobación  del Acta de Establecimiento, con tal de que Jacobo no se hiciese con el trono, la que tomo las riendas de la corona en 1702.

III. CONCLUSIONES


Un periodo convulso y difícil de estudiar es lo que me ha parecido el siglo XVII en Inglaterra. Dudo mucho que no haya sido una centuria estudiada, pero a excepción de la Revolución Gloriosa, que se conoce como la República británica, que sin duda es el acontecimiento más relevante y la que marca la historia de manera clara, el resto de acontecimientos me ha sido complicado de encontrar, ya fuere por escasez de bibliografía o por que el material estaba en una lengua distinta a la mía.
En todo caso, un periodo apasionante que marca las directrices de lo que será la Inglaterra de los siglos posteriores y que comienza a formar el carácter del País que ahora conocemos. De nuevo, veo en la historia los hechos que nos hacen comprender mejor el presente.
Vemos que Jacobo I y Carlos I no pudieron desarrollar un tratamiento de los problemas y un acrecentamiento de la deuda fiscal. La Impaciencia de Carlos fue lo que lo llevó a la muerte y al desmoronamiento del sistema monárquico. La República, aunque intentó fundamentarse con una estructura correcta, no puedo mantenerse en flote, cayendo Inglaterra bajo el poder monárquico  que fue mal administrado, siendo una restauración no fallida pero que no supo responder bien a las necesidades del pueblo. Con la Restauración, los tiempos de libertad de pensamiento terminó y desaparecieron tantos grupos que se habían creado, volviendo a un sistema más “tradicional” hasta que fue tomada por Guillermo.
Una centuria marcada por la crisis que se sucedió en este siglo y el desarrollo del mercantilismo, que sin duda marcaron la historia de toda Europa incluida Inglaterra y zonas transoceánicas. Sin embargo, en el caso de Inglaterra, la crisis fue aprovechado junto a los Países bajos para sobresalir del panorama estableciéndose como nuevas potencias. Esta claro que es un factor a tener en cuenta dentro de los movimientos revolucionarios que marcaron el país, pero de lo que si hay dudas es sobre el carácter de dicha revolución, que aun hoy sigue dando de que hablar.
Para terminar, pongo en palabras de Winston Churchill: “a lo largo del siglo XVII y sobre todo los últimos diez años de victoria ininterrumpida que elevaron a la nación británica a una altura en el mundo que jamás había alcanzado antes”.



IV. BIBLIOGRAFÍA

-       Ashley, Maurice (1967), England in the seventeenth century, Penguin Books, Londres.

-       Beddard, Robert (1988), A Kingdom without a King: The Journal of the Provisional Government in the Revolution of 1688, Phaidon.

-       Casey, James (1991), La revolución inglesa del siglo XVII. Manuscrits nº9

-       Churchill, W.S (1957) Historia de los Pueblos de Inglaterra, La esfera de los Libros S.L., Madrid.

-    Galibert, León (1844), Historia de Inglaterra. Tom.3, El imparcial, Barcelona.

-       Galibert, León (1844), Historia de Inglaterra. Tom.2, El Imparcial, Barcelona.


-    Ryan, Kevin (2005), Coke, the Rule of Law, and Executive Power, Vermont Bar Journal, Londres.

-       Woodward, E.L. (1962) Historia de Inglaterra, Alianza editorial, Madrid.





[1] M. Ashley (1967, 12)
[2] M. Ashley (1967, 15)
[3] E.L Woodward (1962, 115)
[4] L. Galibert (1844, 119)
[5] L. Galibert (1844, 292)
[6] K. Ryan (2005, 26)
[7] M. Ashley (1967, 78)
[8] J. Casey (1991, 243)
[9] L. Galibert (1844, 5)
[10] L. Galibert (1844, 15)
[11] M. Ashley (1967, 100)
[12] L. Galibert (1844, 17)
[13] M. Ashley (1967, 107)
[14] M. Ashley (1967, 122)
[15] L. Galibert (1844, 51)
[16] L. Galibert (1844, 168)
[17]M. Ashley (1967, 141)
[18] M. Ashley (1967, 173)
[19]  L. Galibert (1844, 187)
[20] M. Ashley (1967, 174)
[21] R. Beddard (1988, 19)
[22] W. S, Churchill (2007, 437)