domingo, 2 de octubre de 2016

EL PODER TAUMATÚRGICO DE LOS REYES












Arturo Cosano Ramos

Trabajo tutorizado por:
Dña.: Pilar Ybañez Worboys
Universidad de Málaga.















ÍNDICE


Introducción----------------------------------------------------------------------------------pág.3

¿Qué es el poder Taumatúrgico?------------------------------------------------------pág.5

Evolución política del poder Taumatúrgico------------------------------------------pág.6

Conclusión-----------------------------------------------------------------------------------pág.9

Bibliografía----------------------------------------------------------------------------------pág.10























I. INTRODUCCIÓN


El poder es la cuestión quizás más importante de las ciencias sociales. La explicación de qué es el poder es compleja y muestra muchos matices. Existen diversas definiciones dependiendo del contexto en el que se desarrolle. Hoy en día, tenemos una serie de leyes que tienen bien delimitado, o casi bien delimitado, cómo funciona, cómo se ejerce y quién lo ejerce, pero antiguamente, hace apenas cinco siglos esa cuestión seguía vacía.

            Desde los albores de la humanidad, el poder ha sido necesario para el desarrollo político, sin embargo la clara cuestión de quién y como lo ejerce ha sido una duda que se ha mantenido en las mentes de los hombres hasta que se resolvió o se intentó resolver. Astutamente, desde Mesopotamia, los reyes se han legitimado en la religión como fuente indiscutible de poder. Más tarde, sociedades como la griega, desarrollaron teorías políticas como Aristóteles, y en Roma en un primer momento también se continuó dicho desarrollo, que se corrompió con la llegada de los emperadores que otra vez volvieron a legitimarse en lo divino. El mundo musulmán es también un claro exponente de cómo la religión envuelve la vida del fiel, y de cómo el califa tiene potestad sobre los súbditos. Durante la edad media, el poder siguió legitimándose en fuentes divinas, aunque ya comenzaron a haber pensadores que buscaban teorías políticas que se legitimaran en otras cuestiones. En la edad moderna hubo diferentes aspectos, desde monarquías parlamentarias hasta estados absolutos, y ya en la era contemporánea se implantó el sistema que conocemos hoy en día. Es complejo explicar como la religión ha sido un elemento casi indiscutible durante toda la historia, incluso en el presente, que contemplamos la religión como un aspecto en segundo plano, ni nos imaginamos el poder que tienen las religiones para la gran mayoría de la sociedad.

            Dicho esto, podemos entonces plantearnos dos cuestiones fundamentales: ¿qué es el poder? ¿qué es ser taumatúrgico?
            El poder es, según la RAE: “Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo”[1]. Esta definición podríamos clasificarla como estándar, es decir, se queda en la superficie, pero hay otras definiciones que son más complejas: “poder es la voluntad de acción con conciencia de superioridad, que se orienta hacia el dominio y el gobierno de las comunidades políticas”. Aquí ya tenemos un acercamiento más a la explicación social del poder, por lo que podemos afirmar que “el poder es un fenómeno social que no puede concebirse en forma aislada sino siempre en grupo”[2]. José Carpizo desarrolla esta idea en su “Poder: naturaleza, tipología y los medios de comunicación masiva”, la cual rompe con la idea de poder que había que se basaba en la agrupación de dicho poder en una sola persona que gobernaba bajo influencia divina.

            En cuanto al taumaturgo nos volvemos a remitir a la RAE: “del griego, θαυματουργός thaumatourgós, de θαῦμα, -ατος thaûma, -atos “maravilla”, “cosa asombrosa” y -εργος -ergos “que hace”. Mago, persona que practica la magia”. Más que “mago”, nosotros contemplamos un adjetivo atribuidos a los reyes que basaban su poder en la idea de que eran divinos, y por tanto, como portadores de esencia divina debían poseer características mágicas o sobrenaturales, como por ejemplo la curación de enfermos. Como dijo Montesquieu: “el rey es un gran mago”. Por ello que poder, magia y medicina estén tan entrelazados entre sí.

             Pasemos entonces a explicar en que consistía este poder y cómo es que fue tan relevante para la evolución política en la Edad Moderna.








II. ¿QUÉ ES EL PODER TAUMATÚRGICO?

Quizás el autor que más nos puede reflejar sobre que es el poder taumatúrgico es Marc Bloch, el cual defiende la idea de que este poder se remonta a antes de la Edad Media. La capacidad de curación de una enfermedad muchas veces no comprensible, era intrínseca a un rey. ¿Por qué?, pues debido a que el rey tomaba ese “poder divino” tenía características sobrenaturales propias de esa naturaleza, de ahí que con tocar o mirar al enfermo este podía sanar por intervención divina. Sucedía el caso, claro está, en el que el paciente no se curaba, la excusa era que Dios no quería salvarle, o que necesitaba dos toques o dos miradas. “La capacidad taumatúrgica de los monarcas fue quizás la vía principal por la que los reyes se aproximaron en todos los tiempos a sus súbditos más desfavorecidos”[3]. No obstante advierte Bloch: “había innumerables enfermos que ansiaban ardientemente curarse, y estaban dispuestos a recurrir a los remedios que les indicara el saber común: tal es el telón de fondo del milagro real, que debe tener ante' sus ojos el historiador”[4].

            Este poder pasó a los símbolos que el monarca utilizaba, de ahí que surgiesen reliquias que tenían el poder sobrenatural de su dueño. No nos encontramos con algo novedoso. El cristianismo ya tiene reliquias con poderes especiales las cuales vienen de una tradición germánica. Incluso en el Antiguo Egipto existía ya esta creencia con elementos como el “ankh”.

            Lo importante es que la influencia sobre la persona que era tocada por el monarca se creía que estaba siendo sanada, lo cual molestó a la Iglesia que, y hablamos de la época feudal, tenía el control “sobrenatural” del mundo. Ese eslabón intermediario había dejado de ser la iglesia para pasar a ser el rey, le cual le estaba dando un poder antes de la Iglesia. Es por ello que “se reconoce que ejerce un mandato del cielo confirmado por medio de un acto de la autoridad spiritual y de los ritos apropiados”[5]. Por tanto el cristianismo no hizo sino potenciar aun más el poder taumatúrgico de los reyes.

            El caso de los símbolos es más complicado ya que “el milagro inaugural estaba acompañado de diversos actos de consagración que consolidaban el poder taumatúrgico de la imagen”[6], es decir, se debía crear una leyenda de dicho símbolo para que este adoptase ese carácter. Hay que decir que en una sociedad iletrada el uso de los símbolos era vital para que se comprendiese, así funcionaba correctamente. La vida estaba rodeada de símbolos, sin ir más lejos la propia iglesia o la corona, que representaba la delegación de poder de Cristo en el monarca. Esta relación era la que marcaba la casi obligación de que el monarca tuviera poderes taumatúrgicos, ya que su poder venía de Dios.

Bloch nos habla, y es muy importante, de que este poder iba acompañado de una serie de ritos con procedencia de los ritos medievales como explica Le Goff en su prefacio: “un rito feudal, el del lanzamiento del haz de paja y a veces rompimiento del haz (exfestucatio), signo y realización de una ruptura del homenaje”[7]. Los ritos se extrapolaron a la idea taumatúrgica, hallándose por primera vez en el “rito francés”, explicado en el primer documento donde aparece el tacto francés. También en la Edad Media surgió el “rito inglés” en la corte del rey Enrique II.
             

III. EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL PODER TAUMATÚRGICO

Este factor fue condicionante para el poder monárquico y por ende la autoridad del rey en los territorios. La confianza que los súbditos volcaron en su rey fue en parte gracias a la idea de que la divinidad había escogido a esa persona para gobernarles. “El milagro real se presenta ante todo como la expresión de una cierta concepción del poder político supremo”[8], por ello no podemos pasar por la teoría política sin prestar atención a dicha característica. Aunque como ya hemos dicho podemos rastrearlo hasta casi los principios del hombre, vamos a centrarnos en la época que nos interesa, la Edad Moderna, más concretamente el Estado Absoluto, en el que el rey logra un robustecimiento del poder real aunque con algunas limitaciones. Dicho poder se basaba en el afianzamiento del derecho real, convirtiéndose el rey en la base del derecho, solo teniendo a Dios por encima. Por supuesto la violencia estará totalmente institucionaliza logrando así el rey liberarse de los nobles. La economía evolucionará a una economía-mundo en la que los mercados se abrirá, lo que acompañará a la fiscalidad real aprovechará todas las posibilidades, ampliándose. En esta coyuntura será obligatorio por tanto el desarrollo de la diplomacia para organizar las relaciones entre estados.

En el siglo XVI el poder taumatúrgico ya estaba bien asentado en la mayoría de las regiones, peor para explicarlo mejor vamos a ver los reinos por separado. Sin embargo, los reyes taumaturgos se fueron disolviendo con la llegada de movimientos revolucionarios en la última década del siglo XVIII. Obviamente los pensadores del Renacimiento no dieron crédito a este “milagro”, pero en el común de la población esto si tenía cabida. Además los propios reyes se creían dicha acción ya que sin explicación alguna, los pacientes curaban. Es comprensible por tanto que ante el desconocimiento tuviese cabida una interpretación mística.

Aunque hemos dicho que el poder taumatúrgico se fue disolviendo sobre todo tras la revolución francesa, si es cierto que no será olvidado. Napoleón Bonaparte elaborará una iconografía que exaltaba ese carácter divino, además de por ejemplo haberse hecho coronar el mismo, señalado que por encima no había nadie más.

La condición milagrosa la vemos muy presente en Francia e Inglaterra, pero no son los únicos lugares. La casa de Habsburgo y España también fueron exponentes de dicho poder.




1.    Francia e Inglaterra

Desde Felipe I Capeto y Enrique II Plantagenet se tienen noticia de “poder real” para curar las escrófulas haciendo la señal de la cruz. Además, los ingleses desde Eduardo II comenzaron a bendecir anillos medicinales, lo que dividió a la comunidad eclesiástica. Otros reyes como Luis IX destacó también por su participación en las cruzadas y por levantar numerosas iglesias, lo que fue fuente de milagros. Caso interesante es la de Isabel de Hungría, la cual invirtió en la fundación de hospitales y repartió limosna, siendo canonizada en 1325 por Gregorio IX. Otro caso interesante es el de Enrique IV de Francia el cual se convirtió al catolicismo como reconciliación con su reino. En su persona tenemos el rito de legitimación de la soberanía de un rey por el pueblo el cual con anterioridad no deseaba. En el otro lado tenemos el rito inglés con Carlos II.
      Dichos ritos supusieron grandes gastos para las casas monárquicas de Inglaterra y Francia. En los registros y documentos de las cuentas vemos menciones del “tacto de los reyes” referidos a dichas acciones mágicas que efectuaban sobre los súbditos. Aunque no es fácil seguir el rastro de dichos archivos, si tenemos constancia de que existían, por lo que sabían del poder que esto les conferían y pretendían mantenerlo aunque les costase grandes sumas de dinero.

2.    España

El caso de la monarquía española se notaba la rivalidad entre los reinos cristianos aunque un en un principio con los Habsburgo la acuñación de “rey taumaturgo” no tenían las mismas facultades que los franceses, con los Borbones pierden ese “poder” que tenían por herencia. La necesidad de un rey santo les llevó a esfuerzos durante el siglo XVII siendo Fernando III, que recibía culto por tradición, el más indicado. Por supuesto los Habsburgo usaron su ascendencia visigoda para otorgarse superioridad a los franceses y por ende, su poder divino. La capacidad de sanar fue usada además para ascender a los reyes a la categoría de santos. Sobretodo, “los monarcas de la casa de los Austria gustaron de retratarse en diversas ocasiones con la iconografía de personajes de santoral cristiano”[9]. Bloch nos relata como imitaban los ritos franceses e ingleses, ganándose a personas de la iglesia que afirmasen dicho poder taumatúrgico. No obstante si que tenemos conocimiento de milagros curativos atribuidos a reinas sobre todo en el lecho de muerte. Aun así, lo normal era clasificar a los reyes hispanos como sanadores que remediaban los males del reino con el ejercicio del gobierno. Será en Navarra donde tengamos los casos más particulares. “El poder taumatúrgico de los soberanos navarros no está vinculado al hecho de la unción y coronación. Carlos II no fue coronado hasta febrero de 1390 y en 1387 consta que tocó enfermos en seis ocasiones”[10]. No podemos olvidar la traditio castellana sobre la taumaturgia de sus propios reyes que tuvo eco en la corona de Aragón aunque algo tardío. Además, tema importante fue la relevancia de el poder del confesor de los reyes, “el cual tuvo en sus manos aspectos de suma importancia como proyectos político-mitificadores como el viaje de Colón”[11].




III. CONCLUSIONES

Antes de la realización del trabajo ni siquiera sabía de la existencia de la palabra “taumaturgo”. Ahora entiendo la enorme relevancia que ha tenido para el desarrollo de la historia, ya que ha sido elemento fundamental para le ejercicio de gobierno en todas partes del mundo. Es decir, sin el apoyo religioso, ni los primeros reyes, sultanes o líderes políticos podrían haberse posado sobre masas de súbditos y lograrse su apoyo y fe incondicional. Con forme el tiempo paso más difícil resultó sustentar esta base, y en parte fue por la divulgación de conocimiento, por tanto podríamos decir que cuanto más ignorante era el pueblo más fácil era manejarlo. Y que mejor forma de gobernar que sustentándose en le religión. No es el poder de los reyes lo que gobierna al pueblo, si no el poder de Dios que se ejerce a través del rey. No siempre ha sido así claro, pero en la mayoría de gobiernos durante la historia si que lo ha sido. Incluso algunas revoluciones que se han sublevado contra el poder monárquico o eclesiástico estaban a su vez basadas en otras ideas religiosas.


IV. BIBLIOGRAFÍA

-       Arancón, Raquel, (1990) Los Evreux Reyes de Navarra.


-       Buchheim, Hans, (1985) Política y Poder Alfa, Barcelona.


-       Bloch, Marc, (ed. 1983) Los reyes taumaturgos. Gallimard, Francia


-       Ezquerra, Alvar. (2004), Política y cultura en la época moderna. Universidad de Alcalá.


-       Hani. Jean, (1998). La realeza sagrada. Del faraón al cristianísimo rey. José J. De Olañeta, Palma


-       Le Goff, Jean, (1983) Prefacio a Los reyes taumaturgos de Marc Bloch. París.


-       Mínguez, Víctor, (2001) Los Reyes Solares. Universidad Jaume I, Castellón


-       Martínez, José Manuel, (2006) Arte americano: contextos y formas de ver. RIL editores: Santiago.






[1] Real Academia Española
[2] H, Buchheim (1985, 10).
[3] V. Mínguez (2004, 2)
[4]M. Bloch (1983, 94)
[5] J. Hani (1998, 16)
[6]J.M. Martínez (2006, 143) A
[7] J. Le Goff (1983,9)
[8] M. Bloch (1983, 120)
[9] V. Mínguez (2001, 14)
[10]R. Arancón (1990, 88)
[11]A. Ezquerra (2004, 550)

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